Crítica: El hombre bueno
por Júlia Olmo
- David Trueba firma una bonita y emotiva película sobre la complejidad y las contrariedades de las relaciones sentimentales

Vera (Macarena Sanz), Juan (Vito Sanz) y su hija Manuela viajan a Mallorca para pasar unos días en una idílica casa frente al mar propiedad de Alonso (Jorge Sanz), un antiguo compañero de trabajo de Juan que tras perder a su pareja decidió retirarse del mundo. Vera y Juan han tomado la decisión de separarse y quieren que Alonso ejerza de “hombre bueno”, una especie de mediador de confianza que les ayude a establecer un pacto justo fuera de los tribunales y el mal rollo para que los dos salgan bien parados de la separación. Aislados en la casa frente al mar, llegará para todos ellos el momento de revelar los secretos y de enfrentarse a sus fantasmas. Esta es la historia que cuenta El hombre bueno, la última película de David Trueba, presentada en la Sección Oficial del Festival de Málaga.
Con un bello prólogo musicado por la conmovedora canción Veles e vents de Raimon (basada en el poema homónimo de Ausiàs March) que ya dice mucho del tono que tendrá la película y de los temas que tratará, la propuesta es interesante: a manera de punto de encuentro entre ellos, a partir de esa curiosa figura de “el hombre bueno”, narrar las vidas de los tres protagonistas. A través del personaje de Jorge Sanz, poco a poco, se nos irá contando quién es cada uno de ellos, cómo han llegado a ser las personas que son ahora, lo que fueron y ya no son, cuáles son sus circunstancias, sus heridas, sus luchas, sus sombras, sus ausencias, sus distintas visiones de la vida, por lo que han apostado, lo que esperan de ella. Los tres personajes reflexionarán acerca de la idea del amor, la pérdida y la culpa, y, con ello, la película también será una suerte de reflexión acerca de la pareja, de los secretos mecanismos que la conforman, de su misterio y su complejidad, de su capacidad de generar felicidad y a la vez dolor.
David Trueba acierta en narrar la película con sencillez, de forma sobria, ligera y sutil, con el ritmo y el tono íntimo y sosegado que el relato precisa, concediendo peso a los personajes, a sus historias de vida, a las relaciones entre ellos y a sus conversaciones. Precisamente es en los diálogos entre los protagonistas y en sus interpretaciones donde la película sobresale, diálogos que podrían ser los de una novela del mismo Trueba, bien escritos, interpretados con gracia y naturalidad, cercanos, repletos de frases reveladoras y punzantes sobre los embates de la vida, dramáticos en su fondo, pero sin perder nunca su punto de humor. “Si te paras a pensarlo, la vida es una puta mierda, es como un perro al que quieres acariciar y todo el rato se lanza a morderte”, o, “Una cosa es separarse y otra muy distinta es hacerse daño”, dirán los personajes de Vito Sanz y Macarena Sanz en diferentes momentos del filme.
El hombre bueno es una película pequeña y emocionante sobre la complejidad y las contrariedades de las relaciones sentimentales, sobre los golpes de la vida, las naturalezas a veces paradójicas de los seres humanos y la posibilidad de redención. Una hermosa película contada con verdad y cierta magia que nos lleva a reflexionar sobre el poder de las personas para amarnos y también destruirnos unos a otros.
El hombre bueno es una producción de las compañías Buenavida Producciones y Perdidos G.Q.
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