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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia / Italia

Crítica: Maria Montessori

por 

- Léa Todorov ilumina la génesis de la pedagogía Montessori a través de una ópera prima audaz y novelística sobre la discapacidad, las diferencias y el feminismo a principios del s. XX

Crítica: Maria Montessori
Leïla Bekhti y Jasmine Trinca en Maria Montessori

"Son degenerados que ponen en peligro la pureza de la raza de nuestro país", "no podemos mezclarlos con los demás y cuestan mucho dinero", "son vuestros monos de circo". Este es el tipo de comentarios con los que Maria Montessori tenía que lidiar todos los días por parte de los directores del centro de enseñanza en el que trabajaba —a la sombra de un hombre— en Roma en 1900. Pero la joven médico italiana estaba decidida a demostrar a sus detractores que las personas a las que entonces se llamaba "idiotas" o "deficientes", y que ahora se conocen como "neurodivergentes" o niños "con discapacidad", podían integrarse en la sociedad. La suya fue una batalla contra los prejuicios, una lucha que libró con el deseo de liberar a las mujeres de todas las dificultades —que no eran pocas— asociadas a la subyugación marital y al patriarcado, que por aquel entonces ni siquiera se conocía con esa denominación.

Es esta trayectoria inicial de una mujer pionera, cuyos métodos de enseñanza se han acabado extendiendo por todo el globo (hoy hay 35.000 escuelas Montessori en todo el mundo), la que la directora francesa Léa Todorov ha decidido ensalzar en Maria Montessori [+lee también:
tráiler
entrevista: Léa Todorov
ficha de la película
]
, su primer largometraje, que se estrenará en los cines franceses el 13 de marzo por cortesía de Ad Vitam. Se trata de una película de época cuyos temas principales siguen resonando hoy en día, especialmente el frágil deseo de superar la vergüenza social asociada a la diferencia.

"No fui capaz de hacer un bebé bonito". Para Lili d'Alengy (Leïla Bekhti), una cortesana parisina que se desenvuelve a la perfección en salones y juegos de seducción, la reaparición de su hija Tina (Rafaelle Sonneville-Caby), de nueve años, no es sino una catástrofe. Guiada por el miedo al qué dirán, Lili huye a Roma con la niña, a la que presenta como "la hija de mi primo, un idiota". Allí le hablan de un centro que se ocupa de "casos" como el de su hija y conoce a Maria Montessori (la carismática Jasmine Trinca), que lo regenta junto con su compañero Giuseppe (Raffaele Esposito). Poco a poco, estas dos mujeres, cada una con su propia carga psicológica ligada a la maternidad, se van conociendo y aliando en un mundo en el que se van gestando progresivamente las bases de una revolución feminista y pedagógica que no estará exenta de esperanzas, obstáculos y sacrificios...

La cinta, cuyos protagonistas son niños y adolescentes con verdaderos retrasos motores o cognitivos y deficiencias sensoriales, cumple su misión de derribar las barreras de los prejuicios, y la directora —también autora del guion— se luce filmando las etapas del aprendizaje que llevaron a Maria Montessori a desarrollar la idea de un enfoque didáctico más amplio, basado en el hecho de que los propios niños determinan su propio contenido educativo. Se trata de inversión de las ideas tradicionales que también se refleja en la toma de conciencia —revolucionaria a principios del siglo XX— de la necesidad de que "las mujeres se conviertan en dueñas y no en esclavas de la maternidad". Todos estos son los fascinantes temas que se abordan en la prometedora ópera prima de Todorov, si bien es cierto que no se ajusta del todo al género de las películas de época.

Maria Montessori ha sido producida por Geko Films en coproducción con la italiana Tempesta. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Indie Sales.

(Traducción del francés)

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