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CANNES 2023 Quincena de los Cineastas

Crítica: Conann

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- CANNES 2023: Bertrand Mandico firma una parábola demencial sobre la vejez asesinando a su propia juventud, revisitando en femenino y en plural el mito de Conan, con un toque del de Fausto

Crítica: Conann
Christa Theret en Conann

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, Bertrand Mandico impuso su estilo único, una visión artística que irradia singularidad en todas sus formas con una intransigencia radical. Su nueva obra, Conann [+lee también:
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, presentada en la 55.ª edición de la Quincena de los Cineastas (en el marco del 76.º Festival de Cannes), expande todavía más su universo con una fuerza y ambición renovadas, abordando una leyenda viril como Conan el Bárbaro. No obstante, no podríamos estar más lejos de la famosa película homónima de John Milius (1982), protagonizada por un musculoso Arnold Schwarzenegger. La nueva propuesta híbrida del extravagante y sofisticado cineasta francés nos presenta a un fotógrafo infernal que nos guía a través de las épocas y de las seis reencarnaciones femeninas de Conann (con dos “n”, siguiendo la ortografía celta) en un viaje demoníaco a través del tiempo y del alma humana.

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“Nací en una época oscura en la que la gente creía en demonios y maravillas”. Todo comienza con un flashback del Infierno, donde una anciana que lo ha olvidado todo se enfrenta a los recuerdos de su pasado en presencia de la reina Conann (Françoise Brion) y del perro bípedo Rainer (Elina Löwensohn). “Te convertirás en la más bárbara de las bárbaras. A mi lado, alcanzarás las más altas cimas del éxito”, le promete este último a una Conann de 15 años (Claire Duburcq), esclava de Sanja (Julia Riedler) y su banda de asesinos, que mataron a su madre y se regodean en una violencia primitiva. Tras “una primera victoria, arrancada como se arrancan las zarzas”, Conann comienza sus reencarnaciones, asesinada cada vez por su versión más anciana, aficionándose a matar (Christa Theret), visitando el peligroso mundo de los espíritus, enamorándose de su enemiga, y finalmente olvidándolo todo, convertida en una doble (Sandra Parfait) en el Bronx de los años 90 (“la vida es una serpiente ondulando bajo el deslumbrante sol metálico”). Sin embargo, cuando la condena (y Rainer) la alcanzan y su máscara se hace añicos, ella (Agata Buzek) opta por un camino todavía más demoníaco y frío, masacrando sin parar (“mato todo lo que puede atarse”) en el mundo de banqueros y científicos de la Vieja Europa. Se trata de un cambio que culmina en una espantosa cena temática para artistas contemporáneos, haciendo que La gran comilona parezca un inocente pasatiempo…

Jugando con el romanticismo de lo macabro en una ambientación muy sugestiva, cuya teatralidad se ve reducida por la vaporosa y fluida ostentación de la puesta en escena, así como por la fotografía en blanco y negro atravesada por destellos de color, la película “se abre, se vacía y se llena”. Los cadáveres se amontonan en una sucesión de cuadros que, en última instancia, retratan una naturaleza única y muerta, reuniendo a Marte y Saturno en un popurrí escalofriante y cinéfilo. Esta fantasía heroica, típica de Bertrand Mandico, no dejará indiferente al público. Tal es el poder del espejo del alma humana, sostenido de tal forma que logra deformar a los verdaderos artistas.

Conann es una producción de la luxemburguesa Les Films Fauves y las francesas Ecce Films y Floréal Films, coproducida por Orphée Films, Le Théâtre des Amandiers y la belga Novak Films. Kinology se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del francés)

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