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TORONTO 2023 TIFF Docs

Crítica: In the Rearview

por 

- El director polaco Maciek Hamela convierte su experiencia en poner a resguardo a los refugiados ucranianos en una combinación única de documental observacional e intervencionista

Crítica: In the Rearview

Maciek Hamela, cineasta polaco licenciado en La Sorbona y colaborador de la BBC desde hace mucho tiempo, ha producido diez películas, pero no se ha decidido a hacer su primer largometraje documental, In the Rearview [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, hasta que no ha visto cómo estallaba la guerra con la invasión rusa de Ucrania. Al tercer día de la guerra, Hamela, que hablaba ruso y ucraniano con fluidez, compró una furgoneta y se embarcó en la aventura de ayudar al mayor número de refugiados posible a llegar a Polonia. La película, que ya se estrenó a nivel mundial en Cannes, acaba de proyectarse por primera vez en Norteamérica, concretamente en el Festival de Toronto.

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En términos de producción, la película parece de lo más sencilla: Hamela conduce, y uno de los cuatro operadores de cámara acreditados (Yura Dunay, Wawrzyniec Skoczylas, Marcin Sierakowski y Piotr Grawender) le filma tanto a él como a los pasajeros de atrás. Las personas a las que transporta, en su mayoría familias, se alternan cada diez minutos aproximadamente, y aunque no aprendamos nada que no supiéramos ya de la guerra en cada uno de los segmentos que se muestran, lo que acabamos obteniendo es algo mucho más valioso: interacciones humanas auténticas.

El documental no se limita a dar visibilidad a una serie de testimonios espeluznantes   —aunque estén muy presentes y resulten a menudo devastadores—, sino que va más allá y pone de relieve cómo la sensación de seguridad que les proporciona el hecho de salir de su país, asolado por la guerra, desempeña una función relajante en ellos. Se muestra a personas corrientes con problemas, alegrías y quejas cotidianas, lo cual incluye también a dos gatos que, aunque parezca mentira, están bien educados.

Una de las familias habla de la vaca y el resto de posesiones que se han visto obligados a dejar atrás, lo cual deriva en que a la anciana se le salten las lágrimas, como si no se hubiera dado cuenta del alcance de la pérdida hasta ese preciso instante. Una madre de alquiler, que espera un hijo de un hombre de Occidente, ha tomado esta irreversible decisión con el fin de reunir el dinero suficiente para abrir una pastelería —el momento con el que siempre ha soñado—. Otra mujer mete a su marido y a su hija en la furgoneta al tiempo que le pregunta a este último dónde está la llave del armario. La niña ha dejado de hablar desde que bombardearon su casa, pero otra niña con la que comparte el viaje le levanta el ánimo con un libro infantil, y ella sonríe y aúlla como un lobo. Otra niña llena de vida observa la hermosura de los edificios de una ciudad, una belleza que se debe al hecho de que no "ha caído ni una bomba" sobre las edificaciones. Una mujer congoleña, que llevaba diez años estudiando en Kiev, ha sido tiroteada, posiblemente por unos ucranianos que no se fiaban de tres negros y un conductor azerí. Hamela le cambia periódicamente el catéter hasta llegar a un hospital de Polonia.

De vez en cuando, la cámara enfoca la destrucción existente en el exterior del coche, de manera que muestra la amplia variedad de riesgos que se toman: minas en la carretera, un puente derrumbado, controles rusos de los que Hamela se entera por teléfono, etc. Es casi tan emocionante como una película de persecución de coches, con la diferencia de que no hay nadie que les persiga literalmente y de que no suelen poder conducir muy rápido.

El director consigue reunir rasgos tanto del documental de observación como del de intervención, de manera que logra elaborar una película que no solo resulta emocionante, emotiva y coherente, sino también rica en atmósfera y significado. De hecho, Hamela no interviene al cambiar el destino de los personajes con sus acciones; lo que hace en realidad es permitir que vuelvan a ser ellos mismos a través de su activismo. A pesar de que ser refugiado constituye una experiencia humillante, la labor del director devuelve a los personajes una pequeña parte de la dignidad que perdieron con el estallido de la guerra, lo cual se percibe claramente en sus rostros, incluso cuando algunos de ellos rompen a llorar. El magnífico montaje a través del que se muestra la rápida alternancia de pasajeros —ambientado con el escalofriante tema musical de Antoni Komasa-Łazarkiewicz— parece sublimar todos estos elementos antes de sumergirnos en el acto final de la película.

In the Rearview es una coproducción de las polacas Affinity Cine e Impakt Film, la francesa SaNoSi Productions y la ucraniana 435 Films. Los derechos internacionales están en manos de Cinephil.

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(Traducción del inglés)

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