Crítica: Norwegian Democrazy
- En un momento en el que Europa lidia con el ascenso de la ultraderecha, el poderoso documental de Fabien Greenberg y Bård Kjøge se antoja más pertinente que nunca

¿Dónde está el límite de la libertad de expresión? ¿Debería seguir siendo una excusa para poder “expresar” discursos racistas y de odio? ¿Cuándo y cómo debería poder intervenir la policía? Probablemente estas sean las tres principales cuestiones planteadas por el atemporal documental de Fabien Greenberg y Bård Kjøge, Norwegian Democrazy, estrenado mundialmente en el Hot Docs de este año en la sección The Changing Face of Europe del EFP.
Como el título sugiere, el binomio directoral se focaliza en Noruega, que funciona como un microcosmos representativo de la Europa actual. El film aborda el eterno dilema de delimitar qué es libertad de expresión y qué es discurso de odio. Para ilustrar la cuestión, los directores seguirán al controvertido y provocador grupo SIAN (cuyas manifestaciones no suelen estar exentas de la quema del Corán), de carácter muy crítico con el islam. Los directores también se acercarán a la contraparte del grupo liderado por Lars Thorsen, lo cual incluye a Axel, un joven estudiante universitario y activista de izquierdas de 18 años.
El primer conflicto se desata en pantalla cuando la policía aparece para proteger a Lars y sus secuaces (que se cuentan con los dedos) de la previsible ira desatada por sus provocaciones cuando, el excontable reconvertido en líder político, Lars Thorsen, comienza a vociferar mensajes de odio, proclamando que el islam es una religión totalitaria y que los musulmanes son más propensos a cometer crímenes, incluyendo la violación, entre otros.
En un gesto encomiable, los dos cineastas se acercan a Thorsen y Fanny Bråten (compañero afín a su “lucha política”). Pese a lo controvertido de la situación y de lo que acaban presenciando, los directores acaban por ganarse la confianza de la pareja, que no parece sospechar nada, mientras indagan en su ideología extremista. Este acercamiento aparentemente “neutral” provoca que Thorsen y Fanny se relajen y se les acaben escapando flagrantes falacias acerca de su mentalidad y sus creencias.
Este hecho queda claro como el agua cuando, por poner un ejemplo, el director pide a Thorsen que le facilite algún dato o fuente fiable de que la población musulmana comete más crímenes que la no musulmana y que la unidad de prevención contra el crimen dejó de compartir información cuando “la tasa de violación aumento en un 1,694 %”. En esta escena se puede ver a un agitado Thorsen buscando como loco en su ordenador algo que pueda respaldar sus ideas, sin éxito.
A nivel formal el documental hace gala de varias secuencias rodadas cámara en mano, donde los directores son testigo de las interacciones de Thorsen con la multitud durante sus manifestaciones, en las que se muestran varias entrevistas guionizadas que pretenden conceder un halo de “vox populi” a las concentraciones organizadas por SIAN.
A lo largo del metraje quedará patente la creciente rabia y frustración de los protagonistas, lo cual desencadenará dos situaciones conflictivas: una, ocurrida entre Lars y un reducido grupo de musulmanes que reaccionan a sus provocaciones; y otra, mucho menos tensa, entre Axel y Thorsen.
La hábil edición de Linn Heidi Slåttøy y la atractiva música de Kenneth Ishak ensalzan la tensa atmósfera de la narrativa, pero sin llegar a exagerarla. Por encima de todo, Norwegian Democrazy es una obra de urgente visionado, siendo “urgente” un adjetivo que apenas debería usarse a la hora de recomendar películas, pero que, dado el complicado contexto geopolítico actual, está más que justificado. Al igual que muchos otros lugares del mundo, Europa está siendo testigo del alzamiento de numerosos movimientos y partidos ultraderechistas. En un contexto así, largometrajes como el de Greenberg y Kjøge nos recuerdan cuan fácil es manipular a las masas y desatar nuevos conflictos entre las clases más bajas.
Norwegian Democrazy es una producción de la noruega Antipode Films AS. De las ventas internacionales se encarga Journeyman Pictures.
(Traducción del inglés por Juan Ramón Parra)
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