CANNES 2024 Semana de la Crítica
Crítica: La red fantasma
por Fabien Lemercier
- CANNES 2024: Jonathan Millet firma un fascinante primer largometraje sobre la venganza, el trauma y el exilio a través de la persecución de un criminal de guerra sirio escondido en Europa

“De donde yo vengo, desconfiamos tanto de los que hacen preguntas como de los que tienen varios nombres de pila”, “nunca sabes quién está de qué lado”. Bienvenidos a un mundo de paranoia, mentiras, simulaciones, recuerdos de pesadilla, sombras e intercambios secretos en La red fantasma [+lee también:
tráiler
entrevista: Jonathan Millet
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ficha de la película], la muy lograda ópera prima de Jonathan Millet, que ha sido presentada como película inaugural de la Semana de la Crítica del 77.º Festival de Cannes.
“No le podía ver porque tenía los ojos vendados, pero le conozco como la palma de mi mano”. En el núcleo del conflicto que asola Siria desde 2011, acechando entre las sombras de la prisión de Saidnaya, un torturador llamado Harfaz se ganó una siniestra reputación antes de conseguir una identidad falsa para desaparecer del mapa y refugiarse presuntamente en Europa, oculto entre sus múltiples compatriotas exiliados. Hamid (el brillante Adam Bessa), un antiguo profesor de literatura de Alepo cuyas esperanzas revolucionarias le costaron muy caras, va en busca de este verdugo —que también le torturó a él— en Francia. Pertenece a una red clandestina que sigue la pista de criminales de guerra en el Viejo Continente. Sin embargo, las pistas que conducen a él son escasas: una fotografía borrosa, los conmovedores testimonios en audio de las víctimas de Harfaz y los inquietantes recuerdos del propio Hamid de meses de tortura.
Una voz, un olor, una presencia, un estilo característico… Todos ellos son elementos violentamente intangibles que en ocasiones conducen a Hamid, guiado por un ardiente deseo de venganza y emociones tremendamente dolorosas que le invaden, a tener corazonadas que podrían resultar engañosas (“tengo la impresión de verle por todas partes”) y acabar por poner en peligro a toda la red. Y resulta que ha seguido la pista de un hombre (el carismático Tawfeek Barhom), matriculado en un máster de química en la Universidad de Estrasburgo con el nombre de Sami Hanna, que podría ser —aunque nada es seguro— el objetivo. Todo ello desencadena el inicio de una estrecha vigilancia que pondrá a prueba los nervios de Hamid...
Jonathan Millet transforma este fascinante tema, inscrito en un marco de cine de género (encuentros furtivos entre miembros de la red en el mundo real y en un videojuego, tratamiento de la información, identidades falsas, acecho constante, la espada de Damocles de un encuentro cara a cara con el propio verdugo, etc.), en una película de lo más original en su dimensión existencialista, un largometraje sobre la extrema dificultad de ahuyentar los fantasmas de un pasado que atormenta (“todos tenemos nuestras problemas, ¿no?”), sobre cómo salir adelante a pesar de traumas tan duros como este, sobre cómo evitar hundirse en la obsesión autodestructiva, cómo hacer el duelo y cómo conseguir volver a amar. Y todo ello con el telón de fondo de las cuestiones éticas en torno a la venganza y a la angustia general de vivir en el exilio (“pertenecemos a un país, y hemos dejado allí a nuestros amigos para que guarden luto”). Se trata de un amplio abanico de temas (el guion está escrito por el director junto con Florence Rochat) que la película combina hábilmente en una mezcla de romance y documental, acción metódica embriagadora y psicología evocadora, para lograr un resultado hechizante que presagia el resto de la carrera del director.
La red fantasma ha sido producida por Films Grand Huit y coproducida por Arte France Cinéma, la alemana NiKo Film y la belga Hélicotronc. Las ventas internacionales corren a cargo de mk2 Films.
(Traducción del francés)
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