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CANNES 2024 Proyecciones especiales

Crítica: The Invasion

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- CANNES 2024: Sergei Loznitsa vuelve al documental observacional sobre la actualidad con este vistazo a la vida cotidiana ucraniana bajo el asalto ruso

Crítica: The Invasion

Al crecer en la Europa del siglo XXI, uno sentía la certeza inquebrantable de que su vida no se vería afectada por una gran guerra. Al contemplar los rostros de la población ucraniana inmortalizados en The Invasion [+lee también:
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, el último documental de Sergei Loznitsa, presentado en las proyecciones especiales de Cannes, podemos identificar cómo esa certeza se ha hecho añicos. En numerosos contextos privados y públicos, entre un amplio abanico de edades (excluyendo a los más ancianos), estas personas parecen afligidas, confusas e indecisas. Sin embargo, Loznitsa y su equipo de producción nunca filman arrebatos emocionales ni comportamientos alarmantes: los comentarios de los sujetos en pantalla, cuando se producen, son apacibles y monótonos. Se limitan a completar las tareas y actividades esenciales, ya sean habituales o mucho más exigentes y emocionales. Todos estos elementos apuntan claramente a una fuerte resiliencia.

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Con esta película, rodada a lo largo de los dos últimos años, desde la invasión rusa a gran escala a principios de 2022, Loznitsa pretende transmitir la textura de la vida cotidiana en tiempos de guerra. Hay pocos momentos de peligro angustiante, como las amenazas de ataques aéreos (especialmente en zonas urbanas). En su lugar, observamos acontecimientos cotidianos que conforman el funcionamiento de una sociedad civil (el tiempo en familia, la educación, las distintas celebraciones y conmemoraciones), así como la inquietante y escalofriante resonancia que pueden tener en medio de una guerra del siglo XXI.

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, donde Loznitsa registraba el levantamiento del Maidán y la Revolución de la Dignidad en Ucrania, hacía un uso inteligente de los intertítulos y las marcas de tiempo, basando su esplendor pictórico en la sucesión exacta de los acontecimientos. En este caso, estamos mucho más alejados de la cronología o el detalle geográfico. El arco narrativo de la película salta constantemente entre la ciudad y las zonas suburbanas, donde las figuras en pantalla encuentran menos seguridad en los números. El cineasta afincado en Berlín, que no estuvo presente durante el rodaje, dirigiendo a los equipos de cámara a distancia desde su sala de montaje, deja traslucir su cáustico sentido del humor en algunos detalles humanos. La forma en que presenta enérgicos discursos públicos, a menudo puntuados por la exhortación “gloria a los héroes”, demuestra que la agresión rusa debe ir acompañada de la propia propaganda nacionalista ucraniana, mientras las multitudes que aparecen en las tomas intercaladas observan y escuchan atentamente, como hipnotizadas. Los sacerdotes ortodoxos aparecen en los mítines para indicar que, efectivamente, “Dios está de nuestro lado”, y el corte de su repentina aparición aporta una nota cómica. Hombres de aspecto rudo, fuertemente armados y vestidos de camuflaje (que tal vez formen parte de milicias de apoyo y no del ejército oficial) vagan por los alrededores, y podemos percibir que los no combatientes se sienten bastante cómodos con su presencia (en entornos clínicos como plantas de maternidad y salas de heridos, prácticamente todos los hombres llevan ropa militar, como si ese fuera ahora el uniforme “masculino” oficial). A lo largo de dos horas y media de duración, asistimos a un inventario de todos los actos extraños y ligeramente surrealistas que se normalizan en el frente de combate.

La dirección de Loznitsa es provocadora al hacer que los ucranianos parezcan sugestionables. Las exhortaciones cursis a la hermandad nacional están por todas partes, y cualquier presencia rusa anteriormente aceptada en el país se convierte ahora en algo inadmisible (como demuestra una asombrosa secuencia de destrucción masiva de libros de autores clásicos rusos y de estadounidenses simpatizantes de los soviéticos como Jack London y Theodore Dreiser). No obstante, hacia la mitad de la película, Loznitsa nos muestra un bloque de viviendas de gran altura con un colosal agujero en el centro, y luego un puente público igualmente destruido. La atrocidad de estos atentados debe generar un cambio de carácter nacional, por brusco que sea; el juego de manos retórico de Loznitsa consiste en mostrar primero el efecto y después la causa originaria.

The Invasion es una coproducción entre Países Bajos y Francia, producida por Atoms & Void, que también se encarga de las ventas internacionales, y ARTE France.

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(Traducción del inglés)

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