20/05/2024 - CANNES 2024: La británica Andrea Arnold compite por la Palma de Oro con un relato sobre el paso a la adultez que muestra tanto la belleza como la crueldad de crecer en un suburbio de Kent

Nykiya Adams en Bird

Parece que la gente ha asociado durante mucho tiempo las obras de la cineasta británica Andrea Arnold con el realismo social, hasta el punto de que esta etiqueta se ha convertido en una abreviatura de algo intrínsecamente más complejo que una simple obra realista. Arnold construye mundos humanos fieles a las realidades sociales —y, a menudo, a la condición de la clase trabajadora— en sus películas, pero aquello por lo que verdaderamente apuesta en términos políticos son las relaciones humanas. Su anterior largometraje, Vaca [+lee también:
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ficha de la película], documentaba el mundo animal con el mismo cuidado y atención, pero hacía mucho tiempo que no realizaba un largometraje de ficción. Ocho años después de que American Honey [+lee también:
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Q&A: Andrea Arnold
ficha de la película] le valiera el premio del jurado en Cannes, la directora británica está de vuelta en la competición por la Palma de Oro de Cannes con Bird, una fábula a medio camino entre lo humano y lo animal que está ambientada en el norte de Kent.

Bailey (Nikiya Adams) tiene doce años y vive con su padre, Bug (Barry Keoghan), y su hermano, Hunter (Jason Buda), en una casa okupada. Al otro lado de la ciudad vive su madre con sus otros tres hijos y su novio maltratador. No hay mucho que Bailey pueda hacer al respecto, ya que así es la vida, difícil como ella sola. La protagonista es todavía una preadolescente, pero ya siente el peso del mundo sobre sus hombros. Donde otros cineastas habrían tratado este punto de partida como una dura premisa que no despierta mucha esperanza, Arnold prefiere guiar a los espectadores hacia un microcosmos más rico y emocionalmente ambivalente, donde nada es sencillo y todo, de algún modo, consigue ser hermoso. Gaviotas, cuervos, caballos y zorros también vagan por estos parajes, y da la sensación de que quizá sepan más de lo que sospechamos.

Por desgracia, los planes de ruta sobre cómo crecer no existen, y Bailey se ve obligada a enfrentarse a todos los contratiempos de la vida sola (su primera menstruación, la boda de su padre dentro de unos días, el lugar que ocupa en la comunidad...), hasta que una mañana conoce a un desconocido. Cuando Bird (Franz Rogowski) llega saltando al prado donde Bailey ha pasado la noche, ella saca inmediatamente su teléfono y le ordena que no dé ni un paso más. En respuesta, él le dedica una gran sonrisa y hace una pirueta, contentísimo de que ella le esté grabando. Una dulce sensación invade la pantalla y al espectador en cuanto Rogowski aparece en el encuadre. No es de extrañar, por tanto, que su presencia etérea deje huella en la joven, aunque no de la forma que cabría esperar.

Bird está profundamente arraigada en la dura realidad de las palabras violentas y los ciclos de traumas familiares, así como en los lazos místicos que unen a las personas con los animales, y es en estas intersecciones donde la película encuentra su salvación. Esta sinergia es precisamente lo que hace de esta obra una maravilla del cine europeo contemporáneo, y es que resulta innegable que la película lo tiene todo para ser tan maravillosa, con un afectivo trabajo de cámara de Robbie Ryan que, guiado por la cineasta, se encarga una vez más de acercarnos a las inefables maravillas que componen el universo emocional de una joven protagonista femenina, y que son tanto más evidentes cuanto que la obra aborda lo que separa a las especies no como una brecha, sino como un puente. Así pues, Bailey, como Mia en Fish Tank [+lee también:
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entrevista: Andrea Arnold
ficha de la película] o Star en American Honey, se ve una y otra vez en la difícil tesitura de tener que enfrentarse al futuro sola, pero a diferencia de sus predecesoras, quizá no acabe teniendo que hacerlo por su cuenta.

Bird ha sido producida por la londinense House Productions en coproducción con las francesas Ad Vitam y ARTE France Cinéma, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de Cornerstone Films Limited.

(Traducción del inglés)

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Andrea Arnold, Franz Rogowski, Jason Buda, Barry Keoghan, Nykiya Adams
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