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CANNES 2024 Quincena de los Cineastas

Crítica: Eephus

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- CANNES 2024: El primer largometraje Carson Lund nos pone a jugar al béisbol y el resultado es más melancólico de lo que esperábamos

Crítica: Eephus
Keith William Richards en Eephus

Aunque Eephus, del director novel Carson Lund, parte de un pasatiempo tan inofensivo y cotidiano en Estados Unidos como un partido de béisbol amateur, la historia en torno a la que gira la obra adquiere un significado insólito. La película de Lund, que constituye una inusual coproducción franco-estadounidense y cuenta con un escenario y un reparto totalmente locales de Nueva Inglaterra —así como con una popularidad nacional del béisbol que carece de atractivo internacional—, retrata el juego de una forma original, poco convencional y minimalista que a pocos de sus homólogos del cine independiente se le habría ocurrido —siendo esos pocos todos aquellos aficionados al béisbol y cinéfilos con el propósito de hacer que su deporte parezca sublime—. La película de Lund, que ha tenido una gran acogida en la Quincena de los Cineastas de Cannes, es la segunda de la productora Omnes Films en aparecer en la selección tras Christmas Eve in Miller’s Point.

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La película, cuyo título hace referencia a la hábil y lenta técnica de lanzamiento en béisbol, es sin duda una película de ficción, aunque posee numerosos rasgos propios del documental de observación (con un magistral Frederick Wiseman que presta su voz en un cameo solo de audio como locutor de la radio local). El foco de atención reside en las distintas acciones que tienen lugar exclusivamente en el terreno de juego y el perímetro circundante, que incluye los banquillos de los equipos, las gradas y un pequeño sendero por el que una furgoneta de pizzas hace su parada y desata la alegría en el campo a mediodía. El Adler’s Paint se enfrenta a los Riverdogs en el último partido de la liga de aficionados, que a su vez constituye el último partido del Soldiers Field antes de que se construya en él una nueva escuela. La película comienza al amanecer y concluye al anochecer, y Lund y sus coguionistas Michael Basta y Nate Fisher siguen con minuciosidad los animados acontecimientos que tienen lugar en el campo, las bromas con intención humorística y engañosamente pesadas que a veces se intercambian, y alguna que otra anécdota de los distintos transeúntes que pasean por los alrededores y que, sorprendentemente, se sienten atraídos por el partido y se paran a mirar.

Los equipos están formados principalmente por hombres de mediana edad y fuera de forma, pero el carisma y la personalidad de algunos de ellos llaman la atención, como es el caso de Ed, el pitcher del Paint (Keith William Richards, el temible usurero de Diamantes en bruto, cuyo papel no profesional en aquella película le ha llevado a interpretar otros papeles) y Franny (Cliff Blake), el anotador y, más tarde, el árbitro, cuyos rasgos faciales recuerdan a los de Harry Dean Stanton. Sin embargo, la identidad colectiva de los equipos es lo que realmente fascina a Lund, dado que se trata de un grupo exclusivamente masculino que se limita a disfrutar de una actividad de bajo riesgo posiblemente por última vez, y todo ello a medida que el tenor del día adquiere progresivamente una carga emocional mayor de lo que ellos creen. “Los chicos no lloran”, reza el estribillo de la famosa canción de The Cure, pero viendo la procesión de esta última batalla, recordamos por qué los atletas profesionales a menudo rompen a llorar al final de un partido especialmente dramático o crucial, con las cámaras de televisión captando sin piedad cada ojo húmedo y cada goteo de lágrimas.

Con el desenlace cívicamente positivo de que una escuela ocupe el lugar del estadio, Eephus no puede reducirse a un lamento contra el aburguesamiento o la comercialización de los espacios públicos, ni su vaga ambientación en los años 90 confiere a su autoconciencia sobre la masculinidad blanca estadounidense una asociación con la era Trump. Que el tiempo pasa, que los bates de béisbol antes prístinos empiezan a astillarse y que las tradiciones a veces no encuentran contrapartidas modernas son las pocas ideas principales de esta película, y la falta de variación y profundización de los mismos nos lleva a cansarnos de ellos antes del final. El cine estadounidense y su cultura visual en general necesitan planos de un campo de béisbol desierto bajo la tenue luz de una farola mientras el viejo coche del último jugador se aleja haciendo ruidos raros, y los necesitan tanto como los planos de un millonario profesional lanzando puñetazos al aire a cámara lenta.

Eephus ha sido producida por Omnes Films y Nord-Ouest Films, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de Film Constellation.

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(Traducción del inglés)

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