KARLOVY VARY 2024 Proyecciones especiales
Crítica: Real
por David Katz
- El retrato de Oleh Sentsov de la guerra ruso-ucraniana, rodado en las mismas trincheras, es una impactante pieza de cine "accidental"

La nueva película del director, soldado y activista ucraniano Oleh Sentsov ha superado numerosos obstáculos para existir. El pasado mes de junio, en plena zona de combate en el sureste de Ucrania, el cineasta hizo una pausa para ajustarse el casco y encendió accidentalmente una GoPro (a pesar de todas las entrevistas concedidas con motivo del estreno en medios como The Guardian o Variety, apenas ha explicado sus planes de filmación durante la misión). La cámara grabó unos 90 minutos de imágenes reveladoras y sin procesar antes de que se agotara la batería. Posteriormente, Sentsov encontró el archivo en su galería y se planteó borrarlo. Afortunadamente, no lo hizo y ahora tenemos Real [+lee también:
entrevista: Oleh Sentsov
ficha de la película], con sus imágenes ininterrumpidas pero dinámicas, que captan un arco narrativo gradual. La cinta ha tenido su estreno mundial como una proyección especial en el Festival de Karlovy Vary.
Con su punto de vista relegado a las trincheras y la propia cabeza de Sentsov actuando como trípode involuntario, que se desplaza ocasionalmente hacia su pelotón, Real retrata un acontecimiento arquetípico en el frente de la guerra con Rusia, mostrando el equilibrio inestable pero crucial de la resistencia y organización de las fuerzas ucranianas, que contrasta con el modo en que su limitado poder militar los mantiene a ellos y a su enemigo neutralizándose mutuamente, sin llegar a ceder nunca terreno.
El título “Real” hace referencia a la parte de la región de Zaporizhzhia donde vemos una pequeña porción de territorio en disputa, a medida que el ejército ucraniano trata de ganar terreno gradualmente hacia el este. Sentsov, identificado en los subtítulos por su evocador nombre de guerra, “Grunt”, es a efectos dramáticos un intermediario que canaliza las órdenes del alto mando a los soldados a su cargo, además de comunicarse con una patrulla más vulnerable fuera de nuestro alcance visual. Lo único que contribuye a nuestra comprensión de las cosas son los subtítulos de las comunicaciones por radio de Sentsov. Percibimos todo a través de sus ojos, que escudriñan la claustrofóbica pero bien oculta trinchera, y especialmente sus oídos, mientras las voces se superponen sin perder nunca la calma ni la profesionalidad. Se llevó a cabo un trabajo de diseño de sonido adicional, sin restar realismo a la película, cuyos silencios son tan ominosos como los intensos crescendos de los disparos de misiles.
Los nombres en clave y los modismos también nos recuerdan que estamos en un mundo sujeto a sus propias reglas y a nuevas formas de lenguaje: más allá de la jerga militar, que tiene una impenetrabilidad casi exótica, sonreímos ligeramente al darnos cuenta de que varias zonas han sido bautizadas con nombres de equipos de fútbol europeos: “Marsella”, el pozo subterráneo que la cámara de Sentsov nunca puede traspasar, o las cercanas y vulnerables “Chelsea” y “Barcelona”. Los subtítulos en inglés también dan a entender que hay traducciones ucranianas directas para expresiones como “clusterfuck” y “fuckity-fuck”. El plano secuencia en continuo movimiento capta el peligro, pero también las reacciones sardónicas y los intentos fallidos de procesar las crisis.
En estos 90 minutos (un visionado repetitivo hacia la mitad, pero necesariamente inmersivo dado el privilegio de la cómoda distancia del público respecto a los combates), Sentsov ha conseguido retratar con precisión una operación militar que cambia pragmáticamente de rumbo, en la que las peticiones de refuerzos de munición son sustituidas por un plan de evacuación, marcado por el clamor en la radio: “¡sacadnos de aquí!”. Los títulos finales confirman este proceder, a pesar de las numerosas bajas. El instinto y la valentía de Sentsov, aunque nunca tuviera intención de mostrarlos públicamente, nos llevan más lejos que muchos documentales realizados deliberadamente, transmitiendo el poder y la resistencia de Ucrania, pero también los finos márgenes por los que puede no contar para nada.
Real es una coproducción entre Ucrania y Croacia, producida por Arthouse Traffic y Cry Cinema, en colaboración con Propeler Film y Downey Ink.
(Traducción del inglés)
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