Crítica: O ouro e o mundo
por Teresa Vieira
- La bella pero desgarradora película de Ico Costa sigue a dos personas como si fuese un corazón, un haz de luz en el medio de la oscuridad

O ouro e o mundo, el último largometraje de Ico Costa, que ganó el Premio Max a la mejor película portuguesa en IndieLisboa (ver la noticia) y acaba de formar parte de la competición internacional del FIDMarseille, tiene como protagonistas a dos personajes: Domingos (Domingos Marengula) y Neusia (Neusia Emídio Guiamba), dos jóvenes que viven en una pequeña ciudad de Mozambique. Los acompañamos desde el principio, mientras los observamos tumbados en la cama, hablando sobre asuntos triviales, abrazándose y acariciándose suavemente. Dos personas como un solo corazón palpitante, como un destello de luz en medio de la oscuridad. Una conexión natural emana de un simple momento de intimidad: uno de esos que podría hacer que el mundo dejara de girar y se congelara. Este momento establece el tono del vínculo que (quizás) tienen, aunque esta no es solo una historia de amor.
Mientras el mundo siga girando, la gente tiene que moverse. O ouro e o mundo sigue los movimientos de estos personajes, mientras se alejan físicamente para construir una vida mejor, tanto para ellos mismos como para sus familias presentes y futuras. Neusia, una estudiante, se queda en la ciudad; Domingos, por su parte, se muda al norte. Desde un trabajo no remunerado en un lavadero de coches en su ciudad natal, lo vemos trasladarse a una zona de extracción de oro. Se siente atraído por la promesa de un mejor salario (o, mejor dicho, de un salario real), aunque es consciente de los peligros y las exigencias del trabajo en la mina. Dado que sus expectativas están lejos de cumplirse, mientras las penurias y la tragedia se convierten en parte de la realidad, Domingos sigue moviéndose y acaba trabajando en el transporte en Maputo. Sin ninguna intención de volver al punto de partida, lo vemos inmerso en su propia búsqueda por salir adelante.
El aspecto del movimiento es crucial tanto para sus vidas como para la película. Una y otra vez, la cámara sigue atentamente sus pasos, observando pero también participando en el camino que están recorriendo, especialmente cuando se trata de Domingos y quienes lo rodean. En el caminar y el hablar, encontramos muchos de los elementos que transforman esta película en un exhaustivo retrato socioeconómico. Dejar espacio para estos momentos significa arrojar luz sobre cuestiones relacionadas con la precariedad laboral y la injusticia social, o incluso el amor y la infidelidad, que surgen a través de conversaciones casuales y naturales. Es en este ámbito de lo real donde entramos más en contacto con aquellos a quienes estamos viendo (y siguiendo) en esta obra de ficción. A través del trabajo de cámara también conectamos con una de las escenas más impactantes desde el punto de vista emocional. Mientras uno de los compañeros de trabajo de Domingos muere dentro de un pozo minero, sentimos una presencia que emana de la propia cámara. A medida que es conducida hacia la cima del foso, al igual que el cuerpo del compañero, la cámara encarna la tragedia, asumiendo su posición a través del objetivo. Del mismo modo, también nos obliga a enfrentarnos a este acontecimiento horrible desde una perspectiva externa.
Se producen diferentes tipos de movimiento: Neusia puede haberse quedado atrás físicamente, pero su vida cambia cuando se queda embarazada. No hay alivio para aquellos con un deseo imperecedero de reunirse, para quienes esperan a otro mientras se alejan cada vez más (aunque sea por su propio bien). El enfoque de la película hacia su dolor emocional es sincero y tierno, con varias escenas donde su silencio y su mirada calan muy hondo. Los sonidos sutiles que la rodean, en varias escenas bien situadas, logran un impacto todavía mayor.
Al final, O ouro e o mundo evoluciona hacia una pieza sinfónica hermosa pero desgarradora: una representación cinematográfica del estado del mundo (y del suyo).
O ouro e o mundo es una coproducción luso-francesa producida por Oublaum Filmes y La Belle Affaire Productions, cuyas ventas corren a cargo de The Party Film Sales
(Traducción del inglés)
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