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KARLOVY VARY 2024 Competición

Crítica: The Hungarian Dressmaker

por 

- Iveta Grófová nos lleva a la Bratislava de la guerra en una sólida película de época basada en la novela de Peter Krištúfek Ema and the Death’s Head

Crítica: The Hungarian Dressmaker
Alexandra Borbély en The Hungarian Dressmaker

Bratislava, 1942. “Todo el mundo está patas arriba”, le dice un oficial a otro, y esa frase es suficiente para dar el punto de partida al tercer largometraje de Iveta Grófová, The Hungarian Dressmaker [+lee también:
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, que se estrena en la competición por el Globo de Cristal del Festival de Karlovy Vary. La cinta de época se basa en una novela (Ema and the Death’s Head) y en un guion del autor Peter Krištúfek, que falleció trágicamente poco antes de que empezara su producción. Junto a él, Grófová, cuya segunda película Little Harbour [+lee también:
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se llevó el Oso de Cristal de la sección Generation Kplus de la Berlinale 2017, también firma el guion, así como la dirección.

Su nueva película se centra en Marika (Alexandra Borbély, conocida por En cuerpo y alma [+lee también:
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), la viuda húngara de un soldado eslovaco, que pierde su trabajo cuando el local de modistas del pueblo cierra debido a las deportaciones. Su vida parece entrar en un (algo tranquilo) limbo, hasta que se encuentra con un joven niño judío llamado Šimon (Nico Klimek) escondido en su granero.

El debut de la directora, Made in Ash [+lee también:
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(2012), exploraba la intersección de lenguajes y su significado geopolítico en Europa Central Europe 20 años después de la caída del Muro de Berlín, así que no es sorprendente que mantenga su interés en la sutil representación de las diferencias y los parecidos a través de los medios lingüísticos. En The Hungarian Dressmaker, es el cambio entre el idioma eslovaco y el húngaro el que retrata las tensiones sociales como opuestas y entrecruzadas. Ya sea en la iglesia, en casa o en público, utilizar un idioma u otro significa tanto lealtad como desafío: está claro que pertenecer a algo ya no significa lo mismo que había significado.

La invasión de Hitler rompió la Checoslovaquia independiente, según nos cuenta el epígrafo de la película, presentándonos la Eslovaquia de la guerra como un lugar de tensiones y ambivalencia política. En ese momento, más de dos tercios de la población judía del estado estaba siendo deportada a la Polonia bajo la ocupación alemana, y la película nos lo sugiere a través de la cada vez mayor sensación de inquietud, así como de los susurros diarios sobre cierres de locales y desapariciones. En este contexto, la presencia de Šimon y la (reticente) decisión de Marika de refugiarlo se convierten en la punto emocional decisivo de la película, con el niño intentando entender el significado de la guerra y la vida en tiempos de guerra, de la misma forma que Marika.

The Hungarian Dressmaker es lo suficientemente honesta con su protagonista para mostrarla tanto en la fortaleza como en la debilidad: una subtrama la acerca a un oficial nazi eslovaco, y su tira y afloja acaba a menudo en violentas erupciones, quizá como símbolo de una identidad europea que parece imposible negociar. La efervescencia de Borbély brilla en momentos de pasión y odio (que no son muchos, y están dispersos por la película), pero su potente y sólida presencia ofrece a la película la gravedad que necesita para narrar la serpenteante historia de pérdida y supervivencia. Como contrapunto a la gravedad de estas serias interpretaciones de época, el director de fotografía Martin Štrba orquesta un frenético y hermético estilo visual, haciendo del uso del rack focus su aspecto más definitorio. El mundo no solo está patas arriba, sino también borroso y perdiendo el control: una manera perfecta de imaginar cómo la II Guerra Mundial debe haber sido para una solitaria modista y un niño abandonado en la Eslovaquia de la época.

The Hungarian Dressmaker ha sido producida por la eslovaca PubRes, en coproducción con la checa Total HelpArt THA y el húngaro Campfilm. Reason8 se ocupa de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)

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