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KARLOVY VARY 2024 Proxima

Crítica: Nothing in Its Place

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- El quinto largometraje del turco Burak Çevik, ambientado en 1978, presenta un conflicto entre facciones ideológicas de su país como algo universal, pero no consigue implicar del todo al espectador

Crítica: Nothing in Its Place

En su quinto largometraje, Nothing in Its Place, que acaba de estrenarse internacionalmente en la competición Proxima de Karlovy Vary, el director turco Burak Çevik aborda la guerra ideológica (y a veces real) entre una organización de izquierdas y el movimiento de extrema derecha Lobos Grises en su país en 1978. Aunque su singular enfoque estilístico da a entender que esta lucha es universal y representa este tipo de enfrentamientos en todo el planeta y a lo largo de la historia, lo cierto es que no consigue enganchar al espectador.

Parece que la película está filmada en un solo plano secuencia, pero hay muchos cortes invisibles, sobre todo cuando la cámara atraviesa la mirilla de la puerta de la casa donde se encuentran los cinco miembros del grupo. Vestidos con ropa de época y luciendo bigotes propios de su cultura, celebran el 24 cumpleaños de uno de ellos y discuten sobre el último número de su revista.

No hay exposición más allá del primer minuto, durante el cual oímos a un presentador de televisión hablar de escaramuzas entre estas facciones enfrentadas. Deducimos que se trata de estudiantes idealistas que leen y discuten sobre Marx, y recopilamos cierta información sobre una conspiración financiera relacionada con el derrocamiento de Allende por parte de Pinochet, y sobre los méritos de Cruyff como futbolista en el Ajax, un equipo que apoyaba a los nazis, pero que ahora tiene posibilidades de marcar contra la Argentina fascista… Uno de ellos descubre que un camarada especialmente cercano posee un libro de los Lobos Grises. El joven explica que es para investigar, “para entender cómo piensan los fascistas”, pero es demasiado cauto para revelárselo a los demás.

A la media hora de película, uno de ellos se marcha a por más vino y cigarrillos. Entonces, la cámara sale con él y vemos llegar a dos hombres en un coche a lo lejos, justo cuando un vehículo de la policía que acababa de estar allí con las luces encendidas abandona el lugar. Son los Lobos Grises, que irrumpen en la casa, atan a los militantes de izquierdas y empiezan a acosarlos y a buscar armas. Las cosas pronto se descontrolan, ya que está claro que estos dos hombres no son matones ni asesinos profesionales, y la violencia que ejercen tampoco parece tan brutal, sino más bien incontrolablemente furiosa, confusa y torpe.

La película parece haber sido rodada en 1978, gracias a la iluminación apagada y a una paleta de colores monótona en tonos beige, grises y marrones que dominan el interior. En un momento dado, la cámara, que flota constantemente, se detiene a “escuchar”: se fija en la lámpara del techo y permanece allí mientras se desarrolla un debate filosófico sobre la revolución pacífica. Sin embargo, estos tópicos teóricos suenan hoy bastante desvaídos, sobre todo cuando los pronuncian personajes que no están plenamente desarrollados, aunque estén interpretados por actores más que competentes.

El trabajo de cámara en una sola toma de Baris Aygen también crea cierta distancia, ya que tiene una cualidad voyeurista, a menudo asomándose por las esquinas o siguiendo a los protagonistas, haciendo que la película resulte más teatral que cinematográfica. El tema musical de Faten Kanaan es disonante, intenso y lúgubre, pero no ayuda a sumergir al espectador en la acción. Por otra parte, como ya estamos alejados de los personajes, la distancia que sentirán la mayoría de los espectadores internacionales con respecto a este periodo concreto de la historia turca hace que el largometraje parezca más teórico que universal.

Nothing in Its Place es una coproducción entre las turcas Fol Films y Vayka Films, la alemana Flaneur Films y el surcoreano Jeonju Film Festival.

(Traducción del inglés)

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