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KARLOVY VARY 2024 Competición

Crítica: Banzo

por 

- En el largometraje de Margarida Cardoso, una misteriosa enfermedad afecta a los trabajadores de una remota isla africana

Crítica: Banzo
Carloto Cotta en Banzo

Su oscura silueta se eleva entre las nubes, sus ásperos y dentados acantilados atraviesan como colmillos incisivos el bosque tropical que envuelve este diminuto trozo de tierra en medio del océano. Esta es la primera descripción que se nos hace de Boa Esperança, una isla frente a la costa africana dedicada a la producción de cacao y gestionada por Portugal. Lejos de ser un paraíso, la isla a la que destinan al doctor Afonso Paiva (Carloto Cotta) constituye una trampa mortal en potencia. Y es que el protagonista de Banzo [+lee también:
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, la nueva película de Margarida Cardoso, que acaba de estrenarse a nivel mundial en la competición por el Globo de Cristal del Festival de Karlovy Vary, ha sido enviado allí para tratar una misteriosa enfermedad mortal que afecta a los trabajadores negros.

El “banzo”, como lo llama una enfermera, se describió por primera vez en el siglo XIX como un estado de depresión psicológica que afectaba a los africanos esclavizados de la colonia de Brasil. A principios del siglo XX, concretamente en 1907, y a muchos miles de kilómetros de distancia, los propietarios portugueses de las plantaciones decidieron llamarlo “nostalgia”. Y aunque la esclavitud se abolió oficialmente en las colonias en aquella época, todo hace pensar que este tipo de prácticas tardaron más tiempo en desaparecer definitivamente.

Al hablar con un grupo de trabajadores enfermos en Mozambique, Paiva pronto se da cuenta de que es probable que ninguna de estas personas subiera al barco que le trajo hasta allí por voluntad propia. “¿Por qué queréis morir?”, les pregunta. “No queremos morir, lo que queremos es volver a casa”, le responden. Cardoso, que abordó por primera vez el pasado colonial de su país en 2004 con A costa dos murmúrios, no duda en mostrar la explotación que sufren estos trabajadores carentes de libertad, una situación lo suficientemente dura como para que la muerte se sienta como un alivio en un lugar donde no hay adónde ir.

Sin embargo, su enfoque naturalista suscitará preguntas en un momento en que el debate sobre el colonialismo y la descolonización ha cobrado impulso y ha añadido una variedad de voces diferentes a la mezcla. Cardoso introduce deliberadamente un personaje central negro para compensar la dominación blanca. Y no es otro que el fotógrafo Alphonse (Hoji Fortuna), que es probablemente la única persona negra de la isla con libertad, en el sentido de que puede marcharse cuando quiera.

Sin embargo, a Cardoso no le corresponde adoptar el punto de vista de los oprimidos, y la cineasta es plenamente consciente de ello. Lo que se cuenta aquí es la historia de los colonizadores, y la población negra no es más que un silencioso e indistinguible telón de fondo que da lugar, en parte, a la incómoda reproducción de la violencia hegemónica. Se toman fotografías exotizantes de los trabajadores mientras se retiran los cadáveres del fondo, se les colocan máscaras con largos ganchos en la cabeza para evitar que se coman la tierra, se les deshumaniza a base de alimentarles a la fuerza y se entierran los cuerpos con los brazos sobresaliendo de la tierra. ¿Es realmente necesario mostrarnos esto hoy en día? ¿No hay otros métodos u otras formas de abordar la violencia colonial y poscolonial?

Lo que Cardoso indudablemente logra, no obstante, es cuestionar la historia eurocéntrica, embellecida y lavada de sus crímenes. La “repatriación” es el remedio que Paiva prescribe para los trabajadores enfermos, pero el gobernador lo ve como una solución económicamente inviable. Cuando se envía a los trabajadores mozambiqueños a una muerte segura y de la que no habrá constancia, Paiva invita a Alphonse a documentar la verdad del lugar. Pero no sirve de nada, tal y como señala Alphonse, ya que “el resto del mundo verá cada cadáver como otro negro más”.

Banzo es una coproducción Portugal, Francia y los Países Bajos de la que se ha encargado Uma Pedra no Sapato, en coproducción con Les Films de L'après-midi, Damned Films y BALDR Film.

(Traducción del inglés)

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