Crítica: Ever Since I Knew Myself
por Mariana Hristova
- La documentalista georgiana Maka Gogaladze dialoga con su madre en un intento por entender la lógica y las creencias que forjan la identidad georgiana

No hay padre al que no le llegue el día del juicio final, ese momento en el que sus hijos, ya adultos y decididos a afirmar su propia identidad, se disponen a evaluar la forma en que han sido educados y acaban por renunciar a los patrones opresivos. En Ever Since I Knew Myself, la autobiografía de Maka Gogaladze, la cineasta utiliza su experiencia personal como punto de partida de un curioso estudio analítico en el que explora no solo cómo ha llegado a convertirse en la persona que es hoy, sino también cómo la autoconciencia y la forma de afrontar la vida de los georgianos se han ido conformando a través de la educación. La película acaba de proyectarse en la competición regional (leer la noticia) de un 21.º Festival del Albaricoque de Oro en el que compite con otros nueve títulos de Asia Occidental.
El largometraje comienza con un fotograma del mar y subtítulos en el que Maka rememora cómo, cuando era pequeña, escribía poemas para destruirlos después con la esperanza de hacer que su madre se sintiera culpable. Afortunadamente, estas primeras impresiones no tardan en disiparse, ya que la madre entra en escena como interlocutora en pie de igualdad, una configuración que deja claro que la película trata más de representar puntos de vista opuestos de distintas generaciones que de señalar buenos y malos ejemplos. Al parecer, la madre de Maka era una madre exigente que la obligó a aprender a tocar el piano y a licenciarse en medicina, dos caminos que Maka abandonó para dedicarse al cine.
Paralelamente a su debate sobre valores y percepciones, Maka visita escuelas de danza y música y asiste a clases con regularidad para comprender los orígenes de la actitud de soldado de su madre a la hora de criar a sus hijos. “Hoy en día, nadie mete a sus hijos en la cuna georgiana”, subraya con pesar una profesora, al tiempo que explica que el hecho de sentirse atados haría que los bebés intentaran liberarse y, por tanto, aprendieran a luchar y se dieran cuenta mejor de su potencial más adelante en la vida.
“Patria, te daré mi vida y estaré a tu servicio”, recita una niña de otra clase, de modo que nos ayuda a comprender poco a poco por qué la madre trataba a su hija como si fuera acero cuya única finalidad fuera ser endurecido. Para la madre, el resultado final era fundamental, por lo que era estricta a más no poder con su hija. Para Maka, sin embargo, el proceso de alcanzar un objetivo tiene mayor relevancia. Aun así, pone en valor la herencia de la disciplina, la lección de que, para conseguir o lograr algo que ansías y en lo que crees, hace falta hacer sacrificios; de que hay que renunciar a ciertas cosas para llegar a algo en la vida,
“¿No podría ser todo un poco más fácil?”, insiste Maka. “Sin cargas ni responsabilidades, la vida no tendría sentido”, concluye su madre. El final es reconciliador, ya que da la sensación de que el proceso de elaboración de este documental ha ayudado a Maka a sacudirse la angustia con la que empezó este viaje.
Ever Since I Knew Myself, que está compuesta en su mayoría por entrevistas y observaciones de procedimientos educativos, alcanza la excelencia cinematográfica a base de captar la atmósfera de un entorno reconstruido en el que pasado y presente se unen mediante una puesta en escena poética. Rara vez se hace uso del formato convencional de las entrevistas, puesto que, en su lugar, se capta a las personas en su entorno natural, al mismo tiempo que algunas de las conversaciones entre madre e hija se enmarcan en exploraciones visuales de interiores nostálgicos con elementos tradicionales, los cuales sugieren una continuidad espiritual.
Ever Since I Knew Myself ha sido producida por la georgiana Formo Production.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.