Crítica: Cent mille milliards
por Fabien Lemercier
- En su personal estilo entre géneros, Virgil Vernier dibuja sutiles círculos concéntricos siguiendo a un joven escort que atraviesa una Mónaco extremadamente urbanizada
“Un soldado se separa de su unidad para realizar un reconocimiento”. Esta frase, que podemos ver en el cuaderno de dibujo de una preadolescente a la que sus adinerados padres chinos han dejado en manos de una niñera durante las vacaciones de Navidad, resume a la perfección la singular voz cinematográfica de Virgil Vernier, aclamado por sus trabajos Mercuriales [+lee también:
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ficha de la película] (seleccionada en la sección ACID de Cannes en 2014) y Sophia Antipolis [+lee también:
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entrevista: Virgil Vernier
ficha de la película] (proyectada en la sección Cineasti del Presente de Locarno en 2018), y que acaba de estrenar su hipnotizante película Cent mille milliards [+lee también:
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entrevista: Virgil Vernier
ficha de la película] en la competición de la 77.ª edición del Festival de Locarno.
¿Cuál es exactamente la receta mágica del cineasta francés? Un lugar (en este caso, el lujoso principado de Mónaco, en el extraño y deslumbrante marco de la Navidad y en medio de las calles casi desiertas de la ciudad, inundadas de luces y bordeadas de abetos gigantes), una atmósfera de cuento de hadas preapocalíptico (“el gigante no tenía miedo a nada. Destruyó todo a su paso con su poder… Nadie podía detenerle. Conquistaría el mundo”) anclada en la modernidad (por ejemplo, el proyecto de ampliación de la ciudad costera y los signos de una catástrofe inminente para la que los megaprivilegiados se preparan creando islas privadas), y un contexto de lucha de clases con individuos anónimos que trabajan entre los bastidores de este ostentoso escaparate. Se trata de individuos invisibles que aspiran a atravesar el espejo y están representados por Afine (Zakaria Bouti), una escort de 18 años que se ve inmersa en la soledad de una ciudad opulenta cuando sus tres colegas se marchan de vacaciones a Dubai (tras una noche de conversaciones en torno a los recuerdos, las ambiciones y las perspectivas profesionales de futuro).
En un ambiente paradójico, a caballo entre un tiempo inexistente (las informaciones del metro de Mónaco recuerdan las luchas entre güelfos y gibelinos) y las agujas del reloj girando a toda velocidad (totalmente engrasadas), Afine se encuentra realizando dos “trabajos” a lo largo de dos jornadas, que resultan ser más bien experiencias de compañía y amistad (como ir de compras a unos grandes almacenes, pasear junto al mar, compartir la cena de Navidad, etc.). La primera con una cincuentona cariñosa cuyos hijos se han convertido en extraños para ella, y la segunda con Vesna (Mina Gajovic), una joven serbia que sueña con abrir un salón de terapias energéticas en Niza y que pasa las vacaciones cuidando a una preadolescente de 11 años llamada Julia (Victoire Kong), que ya conoce bien el mundo “de las mansiones, los diamantes y el oro”, y que además ha incendiado su internado para hijos de la élite. En su compañía, Afine descubre secretos que cambian totalmente su percepción del mundo…
Virgil Vernier, un auténtico alquimista cuando se trata de crear atmósferas en Super 16, gracias al director de fotografía Jordane Chouzenoux, firma una obra elíptica, cuando no críptica, que navega entre distintos géneros (ultrarrealismo social mezclado con elementos de cuentos y leyendas, documental y ficción, conciencia individual y subconsciente colectivo), operando entre los sentimientos (“los ojos no mienten”) y la escucha atenta. Eludiendo deliberadamente el dramatismo sin perder nunca el hilo de esta historia intrigante (escrita por el director en colaboración con Benjamin Klintoe), Cent mille milliards ofrece un retrato refinado y relativamente distante de un grupo de almas solitarias que sufren inmersas en el sofisticado tejido de un mundo de opulencia escabrosa, que a su vez se tambalea al borde del abismo (“si las cosas siguen así, todo se derrumbará”). Todo ello conforma una obra única y bien ejecutada que invita a la reflexión y a cierto grado de rendición: “cierra los ojos y relájate. Esta piedra limpiará todas las manchas negras de tu mente”.
Cent mille milliards es una producción de Petit Film, coproducida por Deuxième Ligne Films.
(Traducción del francés)
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