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LOCARNO 2024 Piazza Grande

Crítica: Electric Child

por 

- El director suizo Simon Jaquemet explora el actual tema de la inteligencia artificial y su seductor potencial, mientras pone un foco especial en los miedos que genera

Crítica: Electric Child
Elliott Crosset Hove en Electric Child

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, el tercer largometraje del director suizo Simon Jaquemet, estrenado mundialmente en la sección Piazza Grande del Festival de Locarno, comienza con la historia de una familia en ciernes, antes de transportarnos más allá de las fronteras de la realidad, al corazón de un mundo artificial y tecnológico encabezado por un niño sin género y sin edad. La película arranca con la evocadora imagen de un parto en el agua, seguida de los primeros encuentros entre el recién nacido, Toru, y sus padres: Sonny (Elliott Crosset Hove) y Akiko (Rila Fukushima). El primero, un hombre caucásico de origen indeterminado, es una especie de genio de la informática que está desarrollando un juego de supervivencia con el objetivo de crear una criatura superinteligente; ella es una misteriosa artista e ilustradora de origen japonés. No sabemos prácticamente nada del lugar donde transcurre la historia, como si Sonny y Akiko formaran parte de un mundo virtual con el que resulta increíblemente difícil conectar. En cualquier caso, la armonía familiar pronto se ve alterada por una noticia perturbadora: A Toru le diagnostican una enfermedad genética incurable y solo le queda un año de vida.

Como un tsunami tan impactante como poderoso, la noticia de la inminente muerte de Toru lleva a Sonny a sobrepasar los límites de su propia ética mientras busca formas inevitablemente devastadoras de salvarle la vida. ¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para salvar a su hijo? ¿Vale una sola vida más que la supervivencia de la humanidad? Estas son las cuestiones que plantea la película, mientras trata de imaginar lo que podría ocurrir si la tecnología pura y la inteligencia artificial se encontraran con las debilidades y dudas de los seres humanos.

Simon Jaquemet, que se autodenomina “friki, programador y padre”, describe una realidad que conoce muy bien y que le resulta muy cercana, como comprendemos rápidamente. Sin embargo, la frialdad y desesperación de sus personajes hace que a veces resulte increíblemente difícil empatizar con ellos, como si nada en la película fuera real, ni siquiera los humanos. No sabemos nada de la relación entre Sonny y Akiko, ni sobre la vida de esta última; las únicas pistas que obtenemos sobre ellos proceden de su misterioso apartamento, que bien podría estar en Suiza, Japón o cualquier otro lugar. ¿Y si esta frialdad inescrutable y escalofriante fuera el presagio de un futuro dominado por la inteligencia artificial, en el que los sentimientos no son más que un recuerdo lejano? Lo que podemos afirmar con certeza es que la ansiedad que despierta la película nos acompaña mucho después de terminar la proyección.

En cuanto a la respuesta del público, está claro que los aficionados al thriller de ciencia ficción y a la informática estarán encantados con la precisión que demuestra el director al investigar las posibles consecuencias de la inteligencia artificial en nuestras vidas. No obstante, los espectadores que busquen una conexión profunda y significativa con los personajes podrían sentirse algo decepcionados e incluso podrían encontrar los efectos especiales al final de la película un poco superfluos. Lo que está claro es que Jaquemet ha ido mucho más allá de las propuestas habituales del cine suizo para el gran público, ávido de intriga científica y giros dignos de una película de Hollywood.

Electric Child es una producción de 8horses (Suiza), coproducida por Unafilm (Alemania), Revolver Amsterdam (Países Bajos), Perron X (Suiza) y Epicmedia Productions (Filipinas), junto con SRG SSR y CH Media. Las ventas internacionales corren a cargo de la estadounidense Visit Films.

(Traducción del italiano)

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