LOCARNO 2024 Cineasti del Presente
Crítica: Crickets, It’s Your Turn
por Mariana Hristova
- El segundo largometraje de la cineasta kazaja Olga Korotko es un thriller que va in crescendo mientras explora el conflicto entre la feminidad sensible y la masculinidad tóxica

No es fácil hacer otra película sobre el #MeToo, dada la abundancia de cine de autor que aborda el tema. Tal vez en busca de una forma original de contar una historia que ya se ha contado muchas veces (un esfuerzo que ya sugiere el inusual título, haciendo referencia a una broma interna), Olga Korotko opta por centrarse más en el mundo interior de su protagonista, dejando que los ya predecibles acontecimientos externos sirvan más como telón de fondo para la revelación gradual de sus características. Este enfoque salva al guion (también escrito por Korotko), salpicado de una lógica imprecisa y de ideas torpemente recopiladas, de fracasar a la hora de aportar significado, mientras logra que la experiencia de visionado sea placentera durante toda la película. Tras participar en la sección ACID de Cannes con su ópera prima, Bad, Bad Winter (2018), la nueva película de Korotko, Crickets, It's Your Turn [+lee también:
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ficha de la película], forma parte de la competición Cineasti del Presente de la 77.ª edición del Festival de Locarno, destacando por su estética atmosférica.
El hecho de que Merey (Inzhu Abeu), una fotógrafa de 25 años con una mirada penetrante, sea diferente del resto se subraya desde el principio. Cuando Nurlan (Ayan Batyrbek), uno de los integrantes de un grupo con actitud carnavalesca y vestido en consecuencia, se acerca a ella, parece que asistimos a un choque de mundos. Más tarde, este la lleva a una proyección de cine vanguardista y luego la presenta a su círculo de amigos, que cuentan desagradables historias de escabrosas aventuras sexuales. Dada su naturaleza sensible, la joven debería darse cuenta allí mismo, pero en contra de todo sentido común, acepta una invitación a una fiesta de cumpleaños fuera de la ciudad con este desconocido y sus depravados amigos. A la vista de las prostitutas que han invitado a la villa del más arrogante de ellos, Bahyt (Arnur Kusaingazin), el desarrollo general de los acontecimientos es fácil de predecir. Sin embargo, lo que mantiene la atención del espectador son los detalles: esa aura misteriosa que rodea a la heroína y la atmósfera que genera, que nos atrae de lleno a su reino.
Tras afirmar que buscó inspiración en el cine de Kira Muratova, Korotko esparce detalles aquí y allá en la trama, que contribuyen a una experiencia encantadora, como las extrañas escenas imaginarias en la habitación blanca que Merey inventa y con las que ocupa su mente cuando algo la perturba. De este modo, la expresividad visual se ve atenuada en una narración que, por lo demás, recuerda a Kill Bill, e incluso los sucesos más horribles distan mucho de ser explícitos en pantalla. Por otra parte, la intención de Korotko de crear una audaz yuxtaposición entre la compleja psique femenina de Merey y la percepción masculina de la mujer como mera presa es bastante transparente: ella mira, habla y actúa con un sutil tono de tranquila desobediencia que contrasta con el comportamiento predeterminado de las prostitutas, hecho a medida para complacer, con el comportamiento masculino, generalmente agresivo, e incluso con el comportamiento vacilante de su pretendiente, al que ella describe como “un chico solitario que busca desesperadamente la aprobación de un colectivo masculino”. Esta dicotomía literal, junto con el monólogo de Merey sobre el concepto darwinista del poder hacia el final de la película, para quien no haya captado la postura crítica general al respecto, hace que la película resulte demasiado expositiva. Sin embargo, el enigmático rostro de Inzhu Abeu, que encierra en su expresión una curiosidad no adulterada por el mundo, y despierta la esperanza a pesar de la tristeza subyacente, junto con las suaves imágenes de la directora de fotografía Aigul Nurbulatova, esculpidas por una luz tenue, hacen que uno se quede mirando fijamente a la pantalla con asombro hasta el final.
Crickets, It's Your Turn es una producción de la francesa Caractères Productions y la kazaja Seven Rivers. Cercamon gestiona las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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