Crítica: Dwelling Among the Gods
- En su segundo largometraje, Vuk Ršumović cuenta la historia de una refugiada que lucha contra su cultura y la burocracia serbia

A veces es difícil poner un rostro humano a acontecimientos de gran escala y larga duración, como la actual crisis de refugiados, o incluso encontrar las palabras para describirlos, antes de perderse en cifras y estadísticas. Con su segundo largometraje de ficción, Dwelling Among the Gods [+lee también:
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ficha de la película], Vuk Ršumović intenta precisamente eso, contando una historia que le ocurrió (o al menos podría haberle ocurrido) a la gente de Serbia a lo largo de la “Ruta de los Balcanes”. La película ha tenido su estreno en la competición de ficción del 30.º Festival de Sarajevo.
Una familia afgana compuesta por la madre, Fereshteh (Fereshteh Hoseini), su marido Reza (Reza Akhlaghirad) y tres de sus hijos, han acabado en un centro de refugiados de Serbia de camino a Alemania. A través de Zoran (Vule Marković), un abogado que trabaja para una ONG, y del intérprete de lengua dari Nikola (Nikola Ristanovski), Fereshteh descubre que el joven ahogado recientemente podría ser su hermano Ali. A partir de ese momento, la mujer decide emprender una misión para demostrar su identidad y su relación con él, reclamar su cuerpo y organizar un entierro digno.
Sin embargo, a cada paso debe superar un obstáculo logístico, legal o burocrático, y el tiempo apremia, ya que los familiares de Reza quieren continuar su viaje lo antes posible. La espera y las vueltas también afectan a la pareja, y el hecho de que su hija adolescente se haya enamorado de un chico de su campamento no hace las cosas más llevaderas. El idealista Nikola está muy dispuesto a ayudar, mientras que el más realista Zoran no se muestra tan optimista, no solo porque Fereshteh no es su única clienta, sino porque el sistema, personificado en un oficinista anónimo (Petar Zekavica), es sencillamente demasiado rígido para adaptarse a este tipo de situaciones. Por otra parte, la insistencia del padre de Fereshteh en llevar el cuerpo de Ali a Afganistán complica todavía más las cosas.
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ficha de la película] (2014), Ršumović se inspiró en un caso real para contar la historia de un individuo que debe aprender a sobrevivir en un sistema cerrado dentro de otro más amplio que también depende de la política. Aunque el protagonista cambia, el escenario es bastante similar, con una o dos capas añadidas de “sistemas”, ya que Fereshteh también tiene que lidiar con su familia, su entorno cultural y religioso, así como con la burocracia serbia.
Retratar el paisaje gris y la turbia realidad de la vida en el centro de refugiados en las afueras de Belgrado, así como en Serbia en general, a través de la cámara en mano de Damjan Radovanović, al más puro estilo cinéma vérité, es una elección lógica y acertada que contribuye a la sensación de urgencia de la película. También cabe destacar el diseño de sonido de Dubravka Premar, que llena el paisaje sonoro de un murmullo realista, lo que significa que Dwelling Among the Gods emerge como un digno sucesor de los clásicos del cinéma vérité.
El problema surge en otra parte: en el casting y en el trabajo con los actores. Los intérpretes iraníes elegidos para los dos papeles principales operan en un registro emocional elevado, mientras que el resto del reparto se mueve en uno más contenido y realista, y este “choque” no favorece a los protagonistas. Además, los dispositivos dramatúrgicos introducidos para transmitir al público el contexto de la cultura afgana en la que Fereshteh, como mujer, no tiene el mismo grado de agencia que su marido, su padre o su hermano, apenas arañan la superficie y solo representan un conocimiento general. En definitiva, Dwelling Among the Gods es una obra noble y, hasta cierto punto, lograda, pero sus cualidades cinematográficas no están a la altura de la urgencia de la historia que cuenta.
Dwelling Among the Gods es una coproducción entre Serbia, Italia y Croacia, a cargo de BaBoon Production, Night Swim, Kinorama y Art&Popcorn.
(Traducción del inglés)
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