VENECIA 2024 Semana Internacional de la Crítica
Crítica: Planète B
por Fabien Lemercier
- VENECIA 2024: Aude Léa Rapin se aventura en el género del thriller de ciencia ficción social con un viaje a un universo particularmente amenazador para las libertades públicas

“Es inútil resistirse (...) No hay manera de escapar de aquí”. La directora francesa Aude Léa Rapin está de vuelta con su segundo largometraje, Planète B [+lee también:
tráiler
entrevista: Aude Léa Rapin
ficha de la película], que constituye una especie de prolongación 2.0 de Surveiller et Punir: Naissance de la prison (1975), del filósofo Michel Foucault. Esta cruda película distópica, que gira en torno a los excesos de las autoridades encargadas de mantener el orden en muchas de las sociedades democráticas actuales, ha sido presentada como película inaugural de la Semana Internacional de la Crítica del 81.º Festival de Venecia.
Códigos QR de identidad en las lentillas, enjambres de drones policiales, criminalización de los movimientos de oposición, empobrecimiento extremo de ciertos sectores de la población... Corre el año 2039 en Grenoble, Francia, y todo comienza con las explosiones en plena noche de una torre de retransmisión de comunicaciones y un almacén de Total, a las que sigue de una operación policial durante la cual Julia (Adèle Exarchopoulos) mata accidentalmente a un agente y recibe un disparo en el ojo. Y de repente, la protagonista despierta completamente ilesa en un lugar muy extraño: un pequeño hotel paradisíaco junto al mar.
Junto con los pocos activistas que comparten su destino, Julia pronto descubre que está encerrada en la primera prisión virtual de la historia, un espacio que una barrera magnética invisible hace completamente hermético y donde la tortura psicológica mediante pesadillas insoportables (“es un infierno”) se utiliza cada noche para incitar a los reclusos a delatar a otros. Mientras tanto, en el mundo real, la inmigrante Nour (Souheila Yacoub), a la que solo le quedan diez días para evitar la deportación, roba un casco de su trabajo ultraseguro como limpiadora (una profesión muy alejada de su anterior compromiso militante: “He aprendido a no ser nada ni nadie”) y lo utiliza para abrirse paso hasta el corazón de la prisión virtual. Entra en contacto con Julia, pero en ambos mundos reinan la paranoia, el peligro y la violencia...
A partir de todos estos ingredientes de lo más emocionantes, que ponen de relieve una evidente influencia de la serie británica de culto The Prisoner y recuerdan fugazmente a muchas otras películas (Hijos de los hombres, Días extraños, Minority Report, etc.), Aude Léa Rapin —autora también del guion— no logra, por desgracia, armar una historia realmente convincente, a pesar de un comienzo apoteósico. El deseo de centrarse en la acción y el ritmo —a cuenta atrás— obstaculiza el desarrollo de los personajes y el estilo visual, de modo que acaba por trivializar todas las buenas ideas incluidas en la historia. Como absorbidas por la intoxicación mal controlada del deseo de una película de género y el deseo de llegar a un público joven, las buenas intenciones de resistencia y denuncia de las amenazas a las libertades civiles no bastan para convertir Planète B en una gran obra, aunque se trata de una película que viene muy bien para recordar lo rápido que el totalitarismo puede apoderarse de las mentes y criminalizar a todo aquel que muestre oposición.
Planète B ha sido producida por Les Films du Bal y coproducida por France 3 Cinéma, Auvergne-Rhône-Alpes Cinéma y la belga Wrong Men. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de StudioCanal.
(Traducción del francés)
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