Crítica: Leurs enfants après eux
por Fabien Lemercier
- VENECIA 2024: Mezclando realismo social y mitología adolescente, romanticismo y tragedia, Ludovic y Zoran Boukherma firman una emocionante y vivaz adaptación de la novela de Nicolas Mathieu
—“Nos vemos luego”. —“A dónde vas?” —“No lo sé. A ninguna parte”. —“¿Quieres dar una vuelta?” —“¿Una vuelta a dónde?” —“A donde quieras. A ninguna parte”. Al adentrarse en el mundo del escritor Nicolas Mathieu y seguir la estela de jóvenes desilusionados en busca de emociones y —sobre todo— amor en una pequeña ciudad del este de Francia duramente golpeada por la desindustrialización de los años 90, Ludovic y Zoran Boukherma han dado en el clavo con su cuarto largometraje, Leurs enfants après eux [+lee también:
tráiler
ficha de la película], que ha supuesto un verdadero impulso y un soplo de aire fresco en la competición oficial de la 81.ª edición del Festival de Venecia.
“¿Por qué me sigues así? ¿Qué esperas que pase?”. El aburrimiento impera en Heillange en el verano del 94, pero el mundo de Anthony (Paul Kircher), un apático chico de 14 años, se pone patas arriba cuando, por pura casualidad, conoce y se enamora a primera vista de Steph (Angelina Woreth), una guapa chica de clase media que nada tiene que ver con la tierna pero desfavorecida clase trabajadora a la que pertenece Anthony. ¿Logrará conquistarla? No tiene pinta, y las cosas no empiezan con buen pie cuando le roban la querida moto de su autoritario padre (Gilles Lellouche), que Anthony tomó prestada a escondidas para ir a una fiesta a la que iba Steph. El responsable del robo, en respuesta a una pequeña humillación pública, es Hacine (el intenso Sayyid El Alami), un joven de los suburbios que hace honor a su reputación de chico duro. Este minúsculo suceso entrelaza de una forma inextricable y trágica los destinos de estos dos jóvenes y sus familias (con una notable Ludivine Sagnier como madre de Anthony) durante los seis años siguientes y a lo largo de cuatro veranos (1992, 1994, 1996 y 1998), durante los cuales la atracción de Anthony hacia Steph no muestra signos de disminuir.
Leurs enfants après eux, que se ve impulsada por una primera mitad vasta, emocionante y electrizante, capta a la perfección los distintos estados de ánimo de la adolescencia. La película transmite la atmósfera de un pueblo obrero que se ve condenado a la ruina ante el fin de la minería (“esto está muerto”) y que no ofrece para nada un futuro esperanzador a sus generaciones más jóvenes. El dúo de directores no logra todo esto a base de forzar el naturalismo, sino a través de la concesión a sus personajes un lado “más grande que la vida” y sumamente entrañable. Con un excelente uso de los bellos decorados naturales (el lago, el bosque, los altos hornos abandonados, etc.), fruto del excelente trabajo del director de fotografía Augustin Barbaroux, la película arrastra al público a una historia apasionante que aborda varios temas (clase social, xenofobia, delincuencia, familia, etc.) entre su núcleo romántico y el drama que le sigue. Si bien es cierto que algunas de las decisiones tomadas en el proceso de adaptación de la novela son discutibles (especialmente la mayor presencia del padre de Anthony a costa de una exploración más profunda del fascinante personaje de Hacine), la riqueza del relato es tal que la obra en su conjunto sale indemne y los cineastas superan con creces el reto de mezclar lo íntimo y lo espectacular, la inmersión sociológica y el lirismo, para deleite del público.
Leurs enfants après eux ha sido producida por Chi Fou Mi Productions y Trésor Films, en coproducción con France 3 Cinéma y Cool Industrie. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Charades.
(Traducción del francés)
Galería de fotos 31/08/2024: Venice 2024 - Leurs enfants après eux
22 fotos disponibles. Desliza hacia la izquierda o la derecha para verlas todas.
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.