Crítica: The New Year That Never Came
por Ştefan Dobroiu
- VENECIA 2024: El primer largometraje de Bogdan Mureşanu se adentra en el cargado ambiente de la Rumanía de diciembre de 1989

Para un crítico de cine que tenía solo nueve años cuando la revolución de 1989 estalló y cambió Rumania para siempre, ver The New Year That Never Came [+lee también:
tráiler
entrevista: Bogdan Mureşanu
ficha de la película], la ópera prima de Bogdan Mureşanu, en la sección Orizzonti de Venecia te lleva a tener sentimientos encontrados, ya que se trata de una experiencia a la vez muy cercana y muy distante. Y es que la película nos trae recuerdos desagradables de una época en la que no se permitía a la gente vivir su vida plenamente, pero lo hace manteniéndonos a distancia, como si estuviéramos descubriendo una instalación artística sobre una prisión de la que habíamos escapado hacía décadas.
The New Year That Never Came nació del éxito indiscutible del cortometraje de Mureşanu The Christmas Gift (2018), que ganó el Festival de Clermont-Ferrand y es probablemente el cortometraje rumano que mayor acogida ha tenido en la historia del país. En el corto, un padre (Adrian Văncică) descubre que su hijo pequeño ha enviado a Papá Noel una carta en la que le expresa el deseo de que “el tío Nick muera” como regalo de Navidad para su padre —el “tío Nick” era el apodo con el que todo el país se refería al todopoderoso dictador Nicolae Ceauşescu—. En el largometraje, el director acompaña esta historia con otros cinco relatos, todos los cuales transcurren a lo largo de las 24 horas del 20 de diciembre de 1989, día en que la gota colma el vaso en Rumanía al extenderse los rumores de que los altercados entre civiles y las autoridades han causado muchas muertes en la ciudad de Timişoara unos días antes.
Es un excelente —y temporal— punto de vista desde el que estudiar a varios personajes al borde del abismo. Lo que están a punto de hacer o dejar de hacer podría conducirles a la destrucción de su destino por el régimen comunista, pero la salvación puede estar más cerca de lo que creen a medida que la ola de la historia empieza a arrasar con Bucarest. Quizá el relato más revelador y conmovedor de la película sea el de una actriz llamada Florina (Nicoleta Hâncu) que ha sido elegida para sustituir a otra —que acaba de huir del país— para rodar un homenaje televisado a Ceauşescu cuya emisión está prevista para Nochevieja. Florina se siente desolada al pensar que todo el país va a verla declamar una oda a los detestables dictadores y que, por tanto, se convertirá inmediatamente en una paria en su pequeña comunidad de artistas librepensadores. Resulta imposible no ponerse en su piel al ver que su historia se desarrolla como un thriller en el que la víctima no es una persona, sino las convicciones más profundas y la autoestima de Florina.
Mureşanu impregna el guion de la película de una plétora de momentos absurdos que podrían inducir a algunos espectadores —los menos propensos a ser conscientes de hasta qué punto “el panorama más amplio de la historia” tiene la desagradable costumbre de invadir las historias personales en los países totalitarios— a pensar que se trata de un largometraje optimista, pero la tónica general es en realidad un ambiente de lo más enrarecido. Con la ayuda de un excelente trabajo de decorados y vestuario, el director consigue recrear la Rumanía del pasado, en la que los ciudadanos volvían cada noche a refugiarse en sus minúsculos pisos que sofocaban a pesar de no tener calefacción, donde al menos encontraban el consuelo de poder ser por fin sinceros consigo mismos y recibir su dosis de verdad y libertad mientras escuchaban discretamente Radio Free Europe.
A pesar de que, en ocasiones, los diálogos son torpes y demasiado explicativos, The New Year That Never Came constituye un claro ejemplo de cómo el cine puede convertirse en una máquina del tiempo que nos teletransporta al corazón de una época determinada y nos devuelve la seguridad justo cuando los problemas de esa época empezaban a colarse en lo más profundo de nuestras almas. Aunque el momento en el que Mureşanu sugiere que los disturbios que provocaron la huida de los Ceauşescu fueron causados por unos petardos será sin duda discutido por los historiadores locales y los cinéfilos, la innegable solidez la película debería servir para eclipsar la polémica.
The New Year That Never Came ha sido producida por la rumana Kinotopia y coproducida por la serbia All Inclusive Films. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Cercamon.
(Traducción del inglés)
¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.