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VENECIA 2024 Competición

Crítica: Queer

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- VENECIA 2024: Daniel Craig se divierte muchísimo en el extraño relato de sexo, drogas y animales exóticos de Luca Guadagnino

Crítica: Queer
Daniel Craig en Queer

Luca Guadagnino se inspira en la novela de William S. Burroughs para crear Queer [+lee también:
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ficha de la película
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, y los resultados, en fin, no están nada mal. Los rumores del Óscar se empezaron a escuchar antes incluso del propio estreno en competición en Venecia; y es que, por increíble que parezca, Daniel Craig nunca ha sido nominado a un Óscar, ni siquiera por su —casi— revelación en El amor es el diablo: Estudio para un retrato de Francis Bacon. La razón por la que hacemos alusión a este título es porque, antes de Queer, fue precisamente aquella película una de sus últimas elecciones más arriesgadas. Luego vino la fama mundial y 007, que está muy bien, pero siempre es divertido recordar lo mucho que Craig se mete en el papel cuando interpreta personajes como el de Queer.

Si bien es cierto que el papel es atrevido, puede llegar a resultar demasiado bizarro para los votantes del Óscar. No solo por la sexualidad, sino porque Queer se desvía bruscamente del camino del drama elegante y erótico sobre un hombre que se enamora de un desconocido más joven para tomar la dirección de la locura de la selva. De repente, la cosa deja de ir de sombreros de fieltro y miradas furtivas, y la gente empieza a consumir drogas desconocidas, a encontrarse animales exóticos por doquier y a no ser capaces de controlar el ritmo de los latidos de sus corazones.

Puede que estemos ante la película más caótica que Guadagnino ha hecho en los últimos años, pero este humor tan extraño, que roza la parodia, está presente desde el principio, también gracias a Jason Schwartzman como el amigo de William Lee, que se enamora de unos tipos equivocados que le roban todo, hasta los calcetines. Todos estos hombres atrapados en Ciudad de México se burlan de todo y de todos, forman grupillos y codician a los mismos recién llegados. Se beben hasta el agua de los floreros, tienen sexo e intentan estar al día de todo lo que ocurre en su pequeña comunidad, por lo que no es de extrañar que Lee (Craig) y Gene (Drew Starkey) decidan acabar marchándose en un momento dado —estaba cantado que este estilo de vida era algo temporal—. Al final, era morir o volver a casa para cuidar de una madre enferma.

Aunque estos dos ya se han acostado, esta vez se trata de un acuerdo bastante definido: Gene se irá de viaje a Sudamérica con Lee, y no le costará ni un céntimo. Lo único que tendrá que hacer es “ser amable con él dos veces por semana” y ayudarle a conseguir algo de droga cuando la cosa se empiece a poner fea. Al menos hasta que por fin encuentren algo llamado “yagé”, que te ayuda a desarrollar poderes telepáticos.

Lo que Guadagnino ha confeccionado con esta obra es un drama de época ambientado en los años 50, por lo que toda esta toxicidad tiene todo el sentido del mundo. La vida no se lo va a poner fácil a los protagonistas, y ellos lo saben, de modo que son plenamente conscientes de que las opciones que tienen son esconderse, huir o seguir viviendo en Ciudad de México. Tal vez sea esa la razón por la que, en la película, el deseo se cubre en todo momento de una capa de mezcal y tristeza a raudales.

Otra de las cosas que se perciben es la sensación de que el tiempo pasa demasiado deprisa, así que hay que aferrarse a este amor, porque quizá se trate de un tren de los que solo pasan una vez. Lee empieza a percatarse de que los hombres más jóvenes le encuentran cada vez más molesto; puede que por su edad o por sus trajes de lino blanco, o tal vez el problema sea su forma de ser. Se ha resignado a aceptar lo que venga —o a quien venga—, pero Gene es diferente.

Le tortura como nunca antes le habían torturado, y luego resulta que le hace feliz. Craig —y Guadagnino— muestran a la perfección lo que significa desear tanto a alguien que te arrebata todo tu poder. Lee lo ha visto todo, lo ha hecho todo, y sigue diciéndole a su amigo que no lleve a casa a chicos descarriados, pero luego acaba haciendo precisamente eso. No puede evitarlo. Qué película tan extraña, tórrida y tierna...

Queer, que ha sido escrita por Justin Kuritzkes, es una coproducción entre Italia y Estados Unidos de la que se han encargado Fremantle, Fremantle North America, The Apartment (del Grupo Fremantle) y Frenesy Film Company, en colaboración con Cinecittà y Frame by Frame. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Fremantle International.

(Traducción del inglés)

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