VENECIA 2024 Fuera de competición
Crítica: Songs of Slow Burning Earth
por Susanne Gottlieb
- VENECIA 2024: En su segundo largometraje, Olha Zhurba explora las consecuencias de la guerra contra Rusia para el pueblo ucraniano

¿Qué es lo primero que ocurrió cuando estalló la guerra en Ucrania el 24 de febrero de 2022? Para muchos ucranianos, su primera acción fue llamar por teléfono a los servicios de emergencias. "Hay explosiones", dijo una voz en la grabación. "¿Qué está pasando?", dijo otra persona en el fondo. "Todavía no tenemos ninguna información", respondió el teleoperador intentando calmarlos. Ahora que se estrena Songs of Slow Burning Earth [+lee también:
tráiler
entrevista: Olha Zhurba
ficha de la película], de Olha Zhurba, fuera de la competición de la 81.ª edición del Festival de Venecia, el conflicto total se ha extendido ya hasta los dos años y medio.
Pensamos que ya lo hemos visto todo en los documentales desde que comenzó, desde los primeros días en shock hasta un estado perpetuo de guerra, a través de las agresiones, intercambio de información confidencial, envíos de armas, el desplazamiento de los ciudadanos ucranianos, e incluso, prisioneros de guerra. De hecho, en el segundo largometraje documental de Zhurba, al principio, también nos muestra imágenes que nos resultan familiares: la migración de refugiados, el humo de los explosivos en el campo abandonado, barricadas, y los tanques, coches y casas oxidados o en ruinas.
Sin embargo, Zhurba no hace la película solo por los momentos más impactantes o por las imágenes del frente. Las tomas más provocativas de los establos vacíos cubiertos de cadáveres de animales y, granadas activas metidas en el suelo, simplemente, son un condimento más a través de la película que no tiene como objetivo profundizar en ello. Ella abarca muchas veces, la distancia y las emociones (desde lugares como una fábrica de pan en Nicoláiev, a 18 kilómetros del frente, hasta el Superhumans Centre, una instalación para la rehabilitación en Leópolis, ubicado a 1 020 kilómetros de distancia, y desde las primeras reacciones de pánico ante la vida cotidiana en el curso de la guerra).
¿Cómo una guerra puede cambiar una sociedad? ¿Cómo uno se vuelve insensible a los horrores diarios? ¿Es una forma de supervivencia extrema? Vemos sitios como la estación de tren de Kiev con una multitud de personas angustiadas, donde la gente sigue avanzando en su camino hasta el tren como si fuese un bote salvavidas en un barco que se hunde. O también, vemos a panaderos indiferentes clasificando pan durante un bombardeo aéreo. O, a niños “jugando a la guerra” en el jardín, refugiándose ocasionalmente cuando un avión vuela bajo sobre sus cabezas… Suponemos que uno se adapta, para bien y para mal. —Voy a la luchar a la guerra para que mis hijos no tengan que hacerlo después —fue el motivo pragmático de un hombre fallecido para luchar. Pero la pregunta es, ¿qué “después” hay para estos niños?
Esto es un conflicto generacional, Zhurba deja muy claro esto. Es uno que puede que no se resuelva mañana, o el lunes, cuando un grupo de escolares define el término “futuro”. Quizá les haga más pragmáticos, pero quizá también les permita soñar a lo grande. "¿Qué estás dispuesto a hacer para que esto suceda?", es la pregunta que se les hizo durante un ejercicio de lluvia de ideas en un instituto, centrándose en cómo mejorar el país. La generación joven aún no tiene una respuesta. Pero cuando a un niño, secuestrado por los soldados rusos, le preguntan de qué lado está él y su familia, "Estamos a favor de la paz", es su respuesta. Porque, después de todo, el idealismo y la esperanza, son regalos que nunca se acabarán.
Songs of Slow Burning Earth es una producción de la ucraniana Moon Man, la danesa Final Cut for Real y la sueca We Have a Plan. Filmotor gestiona las ventas internacionales.
(Traducción del inglés por Paula López Pastor)
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