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TORONTO 2024 Centrepiece

Crítica: Une part manquante

por 

- Guillaume Senez se lleva a Romain Duris a Japón con un drama sutil y comedido sobre la paternidad en el que un padre recibe una segunda oportunidad, y que ofrece una ola de emoción

Crítica: Une part manquante
Mei Cirne-Masuki y Romain Duris en Une part manquante

En 2018, Guillaume Senez y Romain Duris unieron fuerzas para brindarnos Nos batailles [+lee también:
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, una sobrecogedora historia sobre un padre que se ve obligado a enfrentarse solo a sus responsabilidades como padre tras la desaparición de la madre de sus hijos pequeños. En Une part manquante [+lee también:
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, que ha sido presentada en la sección Centrepiece del Festival de Toronto de este año, el dúo vuelve a explorar la complejidad de la figura paterna, pero esta vez a través de la historia de un hombre al que la vida le separa de su hija.

Un forastero en la ciudad. La película se inicia con Jay (Romain Duris) al volante de un coche que cruza las calles de Tokio por la noche. No tardamos en darnos cuenta de que son una serie de decepciones las que han llevado a este solitario protagonista a pasar desapercibido y estar al borde de una crisis nerviosa; de que la decisión de querer regresar a Francia no es sino una forma de pasar definitivamente página a un pasado demasiado doloroso. Jay habla japonés perfectamente, conoce la ciudad como la palma de su mano, frecuenta un sento (baño público japonés) y lleva una vida monástica y comedida. Sin embargo, a ojos de la sociedad japonesa, no deja de ser un gaijin, es decir, un extranjero. Cuando Jessica (Judith Chemla), una joven y angustiada madre francesa a la que le han quitado a su hijo, entra en su vida, su equilibrio se rompe por completo. Creía haber dejado atrás su obsesión y se veía ya dispuesto a silenciar sus emociones y sentimientos, pero la ira y la determinación a la hora de luchar con uñas y dientes de Jessica hacen cambiar de parecer a Jay. Y un día, en una sustitución aleatoria en el trabajo, cree cruzarse con su hija. Contra todo pronóstico, se precipita hacia una desconocida, de modo que tira por tierra todo el trabajo previo de autocontrol y cruza una línea roja con toda consciencia.

Une part manquante, cuya fuerza reside en un guion sumamente eficaz en el que una serie de sucesos insignificantes acaban por desembocar en un encuentro imposible —y en el que se toma un camino claroscuro hacia una resolución tan luminosa como condenada desde el principio—, explora tanto la obsesión de un padre como la irreconciliable alteridad de un extranjero o forastero. En su afán por adaptarse, Jay se olvida de sí mismo, de la misma manera que desaparece de la memoria de su hija. La fortuita aparición de Jessica en su vida, que no es sino una especie de reflejo invertido del padre que un día fue, le va devolviendo poco a poco su razón de ser, como si las costuras del traje que se había forzado a llevar se fueran descosiendo poco a poco.

Una vez más, Guillaume Senez cuenta la historia de un hombre que encuentra su salvación gracias a personajes femeninos que le elevan y le ayudan a retomar el camino. Filma Japón —el reticente país de acogida de su dañado protagonista— desde una perspectiva en absoluto fetichista. Jay ha hecho todo lo posible por ser uno más, y a pesar de que es casi más japonés que los propios japoneses, no logra integrarse en la sociedad. Su ex mujer —y su antigua familia política— le rechaza en la misma medida que el cuerpo social que ha estado intentando habitar. Pero este fracaso se ve traspasado por una luz cada vez más brillante a medida que avanza la película, cuando la noche deja paso al día y Lily (Mei Cirne-Masuki), la niña que le arrebataron, empieza a ocupar su lugar en la narración. Y de repente, un rayo de esperanza y un soplo de vida se filtran a través de todas las limitaciones y reservas, y todo ello gracias a la puesta en escena, la sutil fotografía y una banda sonora original que se atreve a ser lo suficientemente lírica como para estar a la altura de las chispas que se reavivan en Jay.

Une part manquante constituye la primera colaboración de Guillaume Senez con Versus Production en Bélgica, mientras que Les Films Pelléas repite como colaboradora del cineasta en Francia. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Be For Films.

(Traducción del francés)

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