Crítica: Horizonte
- En el segundo largometraje de César Augusto Acevedo, una madre y su hijo, ambos fantasmas, caminan hacia la redención después de una guerra civil marcada por los crímenes y las muertes injustas
La guerra civil no tiene nada de civil. Cuanto más dura y más sangrienta se vuelve, más nefastas son sus consecuencias. La que tuvo lugar en Colombia a partir de 1962 (terminó oficialmente en 2016, pero en realidad tuvo un repunte asimétrico y de baja intensidad en 2018) se cobró cientos de miles de víctimas y cambió por completo la vida de millones de personas al romper familias, entre otras terribles cosas. La guerra civil colombiana y sus consecuencias constituyen el trasfondo del segundo largometraje de César Augusto Acevedo, Horizonte, que acaba de estrenarse en la sección Discovery del Festival de Toronto de este año.
Sin embargo, no podemos describir Horizonte como un largometraje bélico al uso, y mucho menos como la típica película naturalista. Al contrario, se trata de un drama ligeramente sobrenatural, filosófico y metafísico que, a su vez, contiene elementos de terror. Como tal —y teniendo en cuenta que Acevedo demostró tener un enorme potencial como director con su ópera prima La tierra y la sombra [+lee también:
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ficha de la película] (2015), que obtuvo al menos una docena de premios en festivales, incluida la Cámara de Oro en su estreno en Cannes—, todo apunta a que su participación en festivales solo acaba de empezar, y no sería de extrañar que gozara también de una amplia distribución en salas de cine de autor.
Conocemos a nuestro protagonista, Basilio (Claudio Cataño), recorriendo las callejuelas de un cementerio en busca de su madre, Iñes Soto. Al final la encuentra en una humilde casa al otro lado de un gran prado cuyo color verde contrasta con el cielo gris azulado, pero ella no le reconoce, ya que no se parece en nada al hijo que dice que perdió hace años. Todo esto tiene una explicación convincente: ambos son fantasmas inquietos que terminaron sus vidas terrenales en momentos distintos y en bandos diferentes de la guerra, de modo que perdieron el contacto mucho antes de perecer. Ella permaneció fiel a su naturaleza humana, mientras que él se hizo soldado para sobrevivir. Finalmente, Iñes (la actriz chilena Paulina García, famosa por Gloria [+lee también:
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ficha de la película], de Sebastián Lelio, en 2013) se suma a Basilio en su búsqueda de redención, y el camino les lleva a través del reino hasta sus recuerdos, donde él vuelve a enfrentarse a sus víctimas, amigos y verdugos, pero también al hombre en que se ha convertido.
La flexibilidad en la estructura de Horizonte nos lleva a saltar a menudo entre distintos marcos temporales, puesto que es precisamente así como funcionan los recuerdos y la reflexión. Su oscura lógica onírica y su realismo mágico se complementan con un diseño de producción igualmente siniestro y minimalista (cortesía de Marcela Gómez Montoya), que se realza únicamente por medio del uso medido y oportuno de los efectos visuales. La elegancia caracteriza la fotografía de Mateo Guzmán Sánchez, que a menudo está totalmente envuelta de niebla —a modo de metáfora tanto de la guerra como de los recuerdos de la misma, especialmente cuando se trata de movimientos giratorios en tomas largas—, mientras que los fundidos de los personajes durante las escenas son cortesía del buen toque de las montadoras Soledad Salfate y Camila Beltrán. Este descarnado a la par que tenso estilo visual va acompañado de un paisaje sonoro igualmente impresionante, gracias sobre todo a la banda sonora original de Harry Allouche. El mayor reto recae sobre el dúo protagonista de actores, dado que el guion de Acevedo les plantea a menudo largos monólogos, pero sus diálogos son milimétricamente perfectos, sin ni siquiera un atisbo de teatralidad.
Horizonte es una experiencia desagradable, lenta y dolorosa, pero con toda la razón del mundo, ya que el camino hacia la redención nunca es fácil de recorrer, sobre todo después de toda una vida de actos inhumanos. Sin embargo, se trata de una película magistralmente realizada que deja una huella imborrable en el espectador y se convierte en el segundo paso en la carrera cinematográfica de César Augusto Acevedo que tanto tiempo y con tantas ganas habíamos esperado.
Horizonte es una coproducción entre Colombia, Francia, Chile, Alemania y Luxemburgo, de la que se han encargado Inercia Películas, Ciné-Sud Promotion, Unafilm, Quijote Films, Tarantula e In Vivo Films. Inercia Películas se encarga también de las ventas internacionales de la película.
(Traducción del inglés)
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