Crítica: Gülizar
por Olivia Popp
- El primer largometraje de Belkıs Bayrak es un sobrio estudio de personaje y un potente canto al respeto hacia las elecciones de las mujeres después de vivir una experiencia traumática
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ficha de la película], su ópera prima, una compacta película de solo 84 minutos que se ha estrenado a nivel mundial en la sección Discovery del Festival de Toronto, antes de su proyección en la sección New Directors del Festival de San Sebastián. Gülizar, que constituye un estudio de los que hacen pensar —sin tener una naturaleza necesariamente didáctica— y gira en torno a una mujer que sufre las consecuencias de un mundo innatamente sexista mediante una agresión, se revela como una de las joyas ocultas del festival de este año.
Mientras viaja sola en autobús a Kosovo para su próxima boda, Gülizar (Ecem Uzun) sufre una agresión sexual en un baño público. Tras verse obligada a revelar el incidente, su futuro marido, el amable pero ferozmente leal Emre (Bekir Behrem), promete en silencio encontrar y castigar al autor, que probablemente vive cerca, pero lo único que quiere Gülizar es olvidarlo todo. A medida que se acerca el día de su boda, el peso del suceso la persigue cada día más, a lo cual se une una extrema sensación de claustrofobia que se manifiesta cada vez que su entorno la obliga a volver a dar detalles del suceso en su búsqueda —la de su entorno, en lugar de la suya— de respuestas.
Bayrak enmarca la progresión de los acontecimientos de la película a través de la capacidad —o incapacidad, más bien— de la pareja para conectar emocional y físicamente a través de sus diferentes concepciones de cuál debería ser el siguiente movimiento. “No quiero recordar, Emre. Quiero olvidar”, suplica ella a su prometido, que tiene buenas intenciones pero no es capaz de darse cuenta del dolor adicional que le está causando involuntariamente a su amada. En esta escena, la cámara se desplaza lentamente a izquierda y derecha para captar solo a uno de ellos en cada encuadre, de modo que sirve para subrayar la distancia que sus palabras ponen entre ellos. También somos testigos de cómo los momentos de potencialidad íntima entre la pareja quedan irremediablemente en peligro tras la agresión. En otros planos aparecen uno al lado del otro, pero Gülizar se aparta ante gestos de Emre como un tierno roce en la mano o un beso antes de dormir, como en una especie de actos reflejos que se manifiestan incluso ante el cariño de su marido.
Bayrak muestra predilección por los planos —estáticos o casi estáticos— naturalistas y de toma larga, de modo que deja que el diálogo se desarrolle como en una obra de teatro. Sin embargo, ni ella ni el director de fotografía Kürşat Üresin tienen miedo de acercarse, sobre todo en espacios íntimos como la cama durante conversaciones difíciles. En el papel de una Gülizar con cara de bebé, la apasionante joven Uzun logra reflejar en el rostro d esu personaje un inmenso dolor mudo, caracterizado por un silencio que habla mucho más alto que las palabras. Su elección inicial de restar importancia al trauma y revelar lo menos posible arroja luz sobre los peligros a los que incidentalmente se enfrentan las mujeres, independientemente de lo que decidan hacer en circunstancias fuertemente lastradas por desequilibrios de poder entre los sexos. La forma de actuar de Emre, por su lado, constituye un espejo de los comportamientos que se les suele enseñar a los hombres —a nivel global— como socialmente aceptables.
De este modo, se incentiva a Gülizar para que trabaje en contra de sus propios deseos, y todo con la promesa de un resultado —el castigo al autor— que se refuerza socialmente, al tiempo que la hace parecer poco cooperativa si se niega, y prueba de ello son las acusaciones de Emre de que Gülizar le ha mentido. Pero la ópera prima de la cineasta es ante todo un estudio de personajes, imbuido de una poderosa interrogación en torno a los roles sociales politizados y de género. Las otras mujeres del entorno de Gülizar la animan a ser libre y abierta en todos los sentidos, ofreciéndole una salida emocional alternativa a través de la sororidad. “En ocasiones, hay cosas que ni siquiera puedes contarle a tu marido”, dice Selma (Aslı İçözü), la madre de Emre. De la mano de una serie de giros gratificantes, el desarrollo personal de Gülizar se hace evidente a medida que reflexiona sobre su caso con el fin de encontrar una salida que sea fiel a sí misma.
Gülizar es una coproducción turco-kosovar entre Saba Film, Protim VP y Plan Bee Films.
(Traducción del inglés)
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