SAN SEBASTIÁN 2024 Proyecciones especiales
Crítica: La virgen roja
por Alfonso Rivera
- Paula Ortiz revisa el clásico del cine español que dirigió Fernando Fernán Gómez en 1977 y aunque visualmente el resultado es más sofisticado, narrativamente resulta más desangelado

A Paula Ortiz le entusiasma la estética visual, basta recordar sus anteriores trabajos De tu ventana a la mía [+lee también:
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entrevista: Paula Ortiz
ficha de la película] (que pasó por la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián hace nueve años) y Teresa [+lee también:
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ficha de la película]. Ahora regresa al certamen vasco, a su sección oficial (pero en sus proyecciones especiales, sin luchar por su Concha de Oro) con La virgen roja [+lee también:
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ficha de la película], nueva recreación de un acontecimiento brutal que tuvo lugar en la España de la Segunda República (allá por 1933) y que ya llevó a la pantalla el actor y cineasta Fernando Fernán Gómez en 1977 con el film Mi hija Hildegart.
En aquella ocasión el peso de la película recaía en una espléndida Amparo Soler Leal, que con su cercanía tan castiza lograba inocular de verdad, energía y verismo una trama tremenda que comenzaba con la confesión de un crimen: el asesinado de la chica del título a manos de su propia madre, Aurora Rodríguez, que la había concebido minuciosamente y educado férreamente con la utópica misión de “cambiar el mundo”. Aquella cinta se estructuraba sobre un flashback con forma de confesión del delito y su posterior juicio.
Ahora Ortiz ha retomado –con mayor presupuesto y gran despliegue de producción: el vestuario, la fotografía y las localizaciones son de hotel boutique– aquella truculenta historia modificando –con ayuda de sus guionistas Clara Roquet y Eduard Sola– la estructura de aquel clásico del cine español (por ejemplo, no veremos el mencionado juicio), destacando más el rol de la criada (interpretada por Aixa Villagrán) y añadiéndole esas pinceladas esteticistas marca de la casa.
Porque Hildegart (interpretada por una irregular Alba Planas) fue programada por Aurora para ser la mujer del futuro, convirtiéndose en una de las mentes más brillantes y precoces de la España de la década de los años treinta en materia feminista. Pero al cumplir 18 años la chica conoce a un guapo mozo (encarnado por Patrick Criado) que empieza a mostrarle otro mundo fuera del férreo cinturón de castidad maternal, lo que provocará un desenlace que no por menos conocido resulta igualmente atroz.
Pero La virgen roja acaba careciendo de aquella cercanía y cotidianeidad que lograba el tándem Fernán Gómez – Soler Leal, pues resulta inevitable caer en la odiosa comparación entre aquella gran dama del cine español y la actriz que encarna a esta misma señora loca en esta nueva versión: una hierática Najwa Nimri que –por mucha voz susurrante que salga fatigosamente de su garganta– no consigue transmitir la turbiedad, el misterio y el cortocircuito mental de un personaje tan complejo como perturbador, poseído por los celos y el terror que le producía la pérdida del control sobre su hija; una especie de madre de Carrie a la española –fanática en este caso de la perfección ideológica– que, como enfatiza aquí Ortiz, no soportaba que su hija fuera una persona sexualmente libre mientras gritaba a los cuatro vientos que “¡El amor y la revolución son incompatibles!”.
La virgen roja es una película de Amazon MGM Studios, Elastica (con la producción ejecutiva de María Zamora, quien recibe durante este festival el Premio Nacional de Cinematografía español) y Avalon, que se estrenará en cines españoles el 27 de septiembre de la mano de Elastica. Tras su paso por las salas, la cinta estará disponible en todo el mundo en Prime Video.
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