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SAN SEBASTIÁN 2024 New Directors

Crítica: Los últimos románticos

por 

- David Pérez Sañudo acepta el encargo de adaptar a la pantalla la novela homónima de Txani Rodríguez creando una cinta de atmósfera triste donde sólo la fantasía permite algunos momentos de gozo

Crítica: Los últimos románticos
Miren Gaztañaga en Los últimos románticos

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fue el trampolín del bilbaíno David Pérez Sañudo: la película se presentó hace cuatro años en la sección New Directors del Festival de San Sebastián y obtuvo más tarde tres premios Goya (de cinco nominaciones). Su segundo largometraje se estrena ahora en el mismo apartado del certamen vasco, se titula Los últimos románticos (Azken erromantikoak) [+lee también:
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y es su respuesta al encargo recibido de sus productores de convertir en imágenes el libro de idéntico título firmado por Txani Rodriguez.

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Así, el film se concentra en Irune (interpretada por Miren Gaztañaga), una mujer insegura y con tendencias hipocondríacas, que trabaja en una fábrica de papel en un pueblo del norte de España. Su vida relacional se limita a sus compañeros de trabajo, una vecina con un hijo conflictivo y un operador telefónico de la compañía Renfe a quien consulta horarios de trenes que nunca llega a tomar. Cuando se detecta un bulto en un pecho y se ve implicada en un conflicto laboral –y otro vecinal– su vida tomará por fin un giro necesario, ofreciéndole la oportunidad que, quizás sin saberlo, siempre había estado esperando.

Pérez Sañudo, como ya hizo en Ane, retrata con acierto ese paisaje norteño y nublado que bien conoce, al que le añade un plus de tristeza con una fotografía mortecina, gris y feísta que le hermana con el cine de los Dardenne y que acaba preñando de pena el metraje de una película que resulta duro de ver. Porque todo son pequeñas desgracias las que caen como bombas silenciosas alrededor de su antiheroína, una mujer retraída, callada e hipersensible, aquejada de soledad y que sólo escapa de la grisura circundante a través de pensamientos románticos.

Además, la explotación laboral, el maltrato familiar y la amenaza de la enfermad suman ingredientes densos, intensos y graves a un largometraje guionizado por el propio director junto a su colaboradora habitual Marina Parés y que pide tomar más aire antes de sumergirse de nuevo en su negatividad. Todo ello convierte a Los últimos románticos en una experiencia demasiado incómoda de ver, aunque, menos mal, al final parece que los acontecimientos empujan a la protagonista a darle un nuevo rumbo a su monótona existencia, saliendo de un estado casi paralizante que hace difícil hasta entonces la conexión emocional del espectador con ella. Aunque, como señalan los responsables de esta película, siempre le quedará a este personaje central –y a nosotros– la fantasía como arma infalible para escapar del horror.

Los últimos románticos es una producción de La Claqueta PC e Irusoin en coproducción con Irune y Miguel Maria AIE, La Cruda Realidad y Miami Film Gate (Estados Unidos). Llegará a los cines españoles el 15 de noviembre, distribuida por A Contracorriente Films. De sus ventas internacionales se ocupa Latido Films.

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