SAN SEBASTIÁN 2024 Zabaltegi-Tabakalera
Crítica: Ulysses
por Cristóbal Soage
- El debutante Hikaru Uwagawa ofrece un relato aparentemente inconexo en el que tres historias se suceden para invitarnos a explorar conceptos como el hogar, la amistad o la familia

Podría pensarse de una película de un debutante que aspira a adaptar libremente la Odisea de Homero bebiendo, al mismo tiempo, de las ideas formales del Ulises de James Joyce que peca de ambición y pretensión. Y, sin embargo, nada más lejos. El Ulysses de Hikaru Uwagawa, presente en la sección Zabaltegi-Tabakalera del 72.° Festival de San Sebastián, es una película humilde y transparente, cuya única aspiración no parece otra que observar con reposo y admiración los detalles minúsculos de la existencia de los personajes que retrata.
La película se divide en tres partes. En la primera nos encontramos a una madre y a su pequeño hijo. Los dos son rusos y viven en Madrid, su vida transcurre como la vida de cualquier otra familia y en los minutos que la cámara de Uwagawa se detiene retratándolos no hay nada excepcional, ningún hecho especialmente dramático que exija nuestra atención. La película nos da la libertad de observar los detalles de su cotidianidad, y a través de ellos nos permite conectar con estos personajes sin tener que posicionarnos en ningún lugar. Esta es la tónica de toda la película, que en sus dos siguientes episodios elige otra vez esta observación sin juicios. Primero lo hace centrando la mirada en un joven japonés que recorre San Sebastián en compañía de un grupo de amigas. Otra vez lo cotidiano, lo aparentemente intrascendente, tomando forma ante nuestros ojos de forma nítida y abriéndose ante nosotros para que podamos sentirnos como un miembro más del grupo. Después, la película viaja a Japón, donde otro joven se reúne con su familia para participar en el Obon, una ceremonia en honor de los antepasados fallecidos que se celebra cada año en aquel país.
La propuesta de Uwagawa es radicalmente personal y está absolutamente exenta de clichés. La película se recrea en los espacios que retrata y en los seres humanos que los habitan, con tranquilidad, sin forzar situaciones dramáticas y sin plantear ningún discurso evidente que condicione la experiencia del espectador. Todo esto puede resultar exigente, o tal vez algo confuso. Sin embargo, lo que permanece, lo que destaca por encima de todo en el conjunto es una sensación de etérea solidez. La película se las apaña para crear conexiones temáticas, formales y conceptuales entre los episodios para que, como observadores privilegiados, podamos discurrir a través de las imágenes y los sonidos empapándonos de las sensaciones y los estímulos que la pantalla arroja sobre nuestros ojos.
Y al final estamos convencidos, detrás del deseo del cineasta japonés de revisitar el clásico homérico apoyándose en la visión revolucionaria de Joyce no hay nada más que un ejercicio de honestidad. Y es que de un modo que parece azaroso e involuntario, pero que en absoluto lo es, la película plantea cuestiones como la búsqueda del hogar, el sentido de pertenencia, los vínculos familiares y la fascinación por los lugares y las personas que no conocemos, pero que podrían convertirse en ese hogar que con tanto empeño buscamos todos. Y todas estas ideas universales que Uwagawa explora con sensibilidad e inteligencia resuenan profundamente y en igual medida con el relato de Homero y con el mundo que hoy nos toca habitar.
Ulysses es una producción de la japonesa Ikoi Films LLC y la Elías Querejeta Zine Eskola, después de haber participado en la residencia Ikusmira Berriak organizada por la propia escuela en colaboración con el Festival de San Sebastián y Tabakalera.
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