Crítica: Drone
por Fabien Lemercier
- Simon Bouisson intenta derribar las fronteras con un original primer largo que mezcla historia de emancipación y thriller abmientado en una sociedad contemporánea dominada por la tecnología voyerista

"Siempre tengo la impresión de que me están observando". En estos tiempos donde reina la imagen, el exhibicionismo intensivo en las redes sociales, el aumento de la videovigilancia y la aceleración tecnológica que constantemente abre nuevas ventanas, posiblemente por allanamiento, hacia la intimidad de las personas, el cine también se adapta. Drone, la primera película de Simon Bouisson, estrenada en las salas francesas el 2 de octubre por Haut et Court, es un ejemplo muy interesante de ello.
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Solitaria, arisca, una mezcla contradictoria de fragilidad y valentía, la joven financia sus estudios con una beca (que pronto dejará de recibir) y a través del "caming" (mostrando su cuerpo a clientes a cambio de dinero). Este pequeño secreto propio es descubierto por su persistente compañero de clase Olivier (Stefan Crepon). Pero, sobre todo, aparece en su vida un inquietante dron que también paga (con transferencias anónimas) para observarla a través de las ventanas en su vida cotidiana más banal. Este dron, que inicialmente ayuda a Émilie con su proyecto de arquitectura, se convierte progresivamente en una presencia invasiva, especialmente cuando ella se enamora de Mina (Eugénie Derouad). La joven intenta entonces escapar de este peligroso protector sin rostro.
Al colocar un dron como protagonista de su película, Simoin Bouisson revitaliza completamente el uso (ya demasiado banalizado) de este dispositivo en el lenguaje cinematográfico, regalando espléndidas y opresivas secuencias nocturnas (Ludovic Zuili en la dirección de la fotografía) en el cielo de París y en la fábrica abandonada de la cual Émilie planifica su rehabilitación. Repleta de metáforas (sótanos, aparcamiento subterráneo, etc.) e inmersa en acción muy física (persecuciones, accidentes, investigación con ayuda de un hacker), el segundo plano de la película, la necesidad de liberarse de la mirada y el poder de otros (especialmente de los hombres) y el conflicto que impulsa la metamorfosis, resulta algo desigual.
Esto no impide que Drone se imponga como un debut original, con su voluntad de definir sus propios códigos basados en un corpus básico. Bajo su apariencia aparentemente transparente y su estructura helicoidal (un guion escrito por el director y Fanny Burdino), la película intenta sin duda inyectar demasiada sugestión para el tamaño de su presupuesto. Sin embargo, su capacidad para reflejar de manera inquietante aspectos de la sociedad, auténticos momentos visuales impresionantes y una destacada banda sonora firmada por Paul Sabin merecen sin duda una mirada.
Drone ha sido producida por Haut et Court. StudioCanal está a cargo de las ventas internacionales.
(Traducción del francés por Tiffany Diago Navarro)
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