Crítica: Blitz
por David Katz
- El emotivo drama de Steve McQueen recrea un momento crucial de la II Guerra Mundial en Gran Bretaña

En una conversación con el crítico Jonathan Rosenbaum en Toronto en 1996, Jean-Luc Godard describió amargamente a Jane Campion como una talentosa cineasta “a la que le destruyó el dinero”. Aunque no era el primer comentario provocador de Godard, somos plenamente conscientes del hecho de que las producciones cinematográficas independientes no suelen disponer de suficiente capital de explotación, y conocemos también los sacrificios que hay que hacer por cada céntimo. Pero, ¿qué ocurre cuando a un cineasta acostumbrado a trabajar con presupuestos ajustados se le ofrece una cámara acorazada de dinero en efectivo de Silicon Valley, con la oportunidad de cumplir todos sus sueños visuales y realizar planos impracticables que ello implica?
En medio de esta era de películas “de plataforma” de Netflix y Apple —en la que los presupuestos de los largometrajes se inflan para atraer a posibles suscriptores, y no pensando en los potenciales beneficios de taquilla—, Steve McQueen nos brinda Blitz [+lee también:
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ficha de la película], su nueva película, que se ha estrenado a nivel mundial en el Festival BFI de Londres. La anterior película del cineasta ganador de un Óscar y un premio Turner, Occupied City [+lee también:
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ficha de la película], nos permite hacer una valiosa comparación entre esta y Blitz, puesto que ambas exploran cómo Ámsterdam y Londres, respectivamente, hicieron frente a la invasión nazi durante la II Guerra Mundial, pero mientras que el documental era exacto, preciso y minimalista, el largometraje de ficción parece perder el control.
McQueen ha crecido profesionalmente gracias a dramas carcelarios formalistas al más puro estilo Bresson (Hunger [+lee también:
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entrevista: Laura Hastings-Smith
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entrevista: Steve McQueen
ficha de la película]), a emisiones televisivas en horario de máxima audiencia (Small Axe) y a numerosas obras breves exhibidas en espacios de arte contemporáneo, así que ¿por qué no darle la oportunidad de volver a escenificar lo que el país mitifica como uno de sus mejores momentos de su historia, como consecuencia de su resistencia a la Blitzkrieg de la Luftwaffe entre septiembre de 1940 y mayo de 1941? Lo cierto es que el director en parte aprovecha esta oportunidad al concebir Blitz como una precuela espiritual de Small Axe, en la que muestra cómo se las arregló realmente la comunidad negra de Londres y la discriminación que se veían obligados a sufrir a pesar de encontrarse en un momento tan triunfalista, con la sospecha y el abuso racial desenfrenados, y la esclavitud y el Imperio Británico ensalzados, tal y como muestra sin rodeos un mural que el joven protagonista George (Elliott Heffernan) se para a mirar en Covent Garden. Pero este honorable impulso pedagógico esconde tras de sí cierto afán por el puro espectáculo, ya que McQueen nos sumerge también en el fuego y la furia de los bombardeos aéreos, y lo hace en busca de la catarsis en un triunfo sobre la adversidad que vuelve a escenificar con astucia, invitándonos a celebrar de nuevo la victoria general de Gran Bretaña en la II Guerra Mundial, como muchas películas británicas del pasado. Cuando la rotura de una tubería de agua salpica a los civiles que se refugian en la estación de metro de London Bridge durante una incursión nocturna, resulta casi imposible no pensar en Titanic, de James Cameron. Y, de repente, la película se convierte en una mera exhibición de proezas técnicas.
El hilo argumental clave resulta también excesivamente manipulador, y McQueen comete un error de cálculo al intentar que su gran obra de cine nacional sea apta para todos los públicos. Dramatizar un acontecimiento colosal que aflige a masas de la población en tiempos de guerra es un reto en el que los guionistas de Hollywood se deleitan, con enormes dividendos potenciales. En esta línea, McQueen logra que animemos a la Rita Hanway (haciendo así referencia al cine de los años 40, ¿no existía “Katharine Holborn”?) que interpreta Saoirse Ronan para que consiga reunirse de nuevo con su querido George después de que este se escape de un tren al que subió de mala gana y que le evacuaría al campo. En realidad, George regresa a Londres antes de lo que cabría esperar, y se mete en varios líos bastante inverosímiles, como buen aspirante a callejero dickensiano.
Las narraciones centradas en niños pequeños han sido vitales para introducir cuidadosamente el concepto de la guerra en grupos de edad juveniles, y cabe esperar que los niños no se despeguen de la pantalla cuando vean Blitz con su familia en Apple TV a partir de finales de noviembre. Pero los más curtidos echaremos de menos la habitual escrupulosidad y ausencia de sentimentalismo de McQueen a la hora de abordar acontecimientos de esta magnitud.
Blitz es una producción del Reino Unido y Estados Unidos, de la que se han encargado New Regency Productions, Working Title Films, Lammas Park, Walden Media y Apple Studios. Apple TV+ es el distribuidor mundial.
(Traducción del inglés)
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