Crítica: Daniela Forever
por Olivia Popp
- Un DJ madrileño toma una droga experimental para volver a ver a su novia fallecida en sus sueños lúcidos en la inesperada fantasía alucinógena de Nacho Vigalondo
Sin duda, muchos se entregarían a los placeres físicos, sensuales y emocionales si pudieran reencontrarse con un amante fallecido. Sin embargo, en la última película de Nacho Vigalondo, Daniela Forever [+lee también:
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ficha de la película], el protagonista, Nick, prefiere que le den la razón en todo mientras se lleva a su novia en sus exploraciones cotidianas. El guionista y director de Los Cronocrímenes [+lee también:
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ficha de la película] (2007) y Colossal [+lee también:
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ficha de la película] (2016) regresa con una obra visualmente imaginativa que es mucho más contemplativa de lo que su campaña de marketing podría hacernos creer. Daniela Forever acaba de tener su estreno europeo en la competición oficial del Festival de Sitges después de estrenarse mundialmente el mes pasado en la sección Platform del Festival de Toronto.
Vigalondo parte de una premisa decididamente original: tras la muerte de su novia Daniela (Beatrice Grannò), el DJ madrileño Nick (Henry Golding) empieza a tomar una píldora experimental que le permite tener sueños lúcidos, siguiendo el consejo de su amiga Victoria (Nathalie Poza). Nick ignora las intenciones terapéuticas del ensayo farmacéutico para entregarse a su propia vida de fantasía con Daniela, yendo a lugares inesperados. Aunque el guion y el estilo visual de Daniela Forever permiten establecer comparaciones fáciles con Olvídate de mí y Origen, a nivel tonal la película juega en otra liga. De hecho, es un tono que Vigalondo utiliza para manipular la película de formas creativas e inesperadas. Es mucho más gratificante (y accesible) leer la película no como una mezcla de ciencia ficción y romance, sino como un viaje existencialista de ciencia ficción que cuestiona la naturaleza del deseo, el apego y la soledad.
Desde el principio, Vigalondo deja clara la intensa distinción entre el “mundo real” y el “mundo de los sueños”, estableciendo una dicotomía desconcertante. Esta última, en pantalla panorámica, rebosa luz, una paleta de colores brillantes, un gran angular extremo, cortesía de Jon D. Domínguez, que parece doblar el paisaje onírico, y una suave y palpitante banda sonora electrónica del grupo de pop catalán Hidrogenesse (Carlos Ballesteros y Genís Segarra). La sensación de confinamiento del mundo real, compuesto principalmente por planos estáticos, nos golpea con su relación de aspecto 4:3 rodada con videocámaras Betacam, generando un entorno monótono y alienante que tiene un aire distópico a lo Black Mirror. La inventiva de Vigalondo brilla en su geometría onírica distorsionada al estilo de Kaufman y en el uso de efectos visuales y sonoros mutables.
Golding ofrece una interpretación sobresaliente como el atormentado Nick, que pasa de la avaricia y el juego infantil a la angustia mientras es capaz de controlar todos los aspectos del sueño. Curiosamente, las anodinas motivaciones del personaje de Nick pueden atribuirse a un agudo estado de depresión, que se hace evidente en las imágenes del mundo real, y apenas vemos un beso entre la pareja en el mundo de los sueños, por no hablar de nada más. Nick juega a ser Dios mientras Daniela, a menudo una mera cáscara de su personalidad real, se convierte en su juguete: él le dice cómo pensar y a quién puede ver. Está más preocupado por autocomplacerse, jugar con los límites del mundo onírico y recibir un nivel predeterminado de atención por parte de Daniela.
Aunque Daniela Forever se alarga en la parte central y algunas interacciones entre la pareja parecen artificiosas (tal vez intencionadamente), la lenta historia de Vigalondo obliga a los espectadores a considerar detenidamente los pequeños e inquietantes cambios que se producen en la dinámica entre ambos. No se trata de un thriller ni de una película con una resolución sencilla: lo que complica la historia son los encuentros de Nick con Teresa (Aura Garrido), la exnovia de Daniela, que extrañamente empieza a aparecer en sus sueños lúcidos. El cineasta retuerce la frontera entre los dos mundos hasta alcanzar un final críptico y surrealista, dejando que el público especule sobre su significado, como si de un sueño se tratara.
Daniela Forever es una coproducción hispano-belga a cargo de Sayaka Producciones, Wrong Men, Señor y Señora y Mediacrest Entertainment. La estadounidense XYZ Films se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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