Crítica: Un bany propi
por Júlia Olmo
- Lucía Casañ firma una atrevida e interesante tragicomedia íntima sobre la búsqueda de independencia y libertad de la mujer

“Nunca he sabido por qué a la gente le gusta el olor del napalm por la mañana. Ni tampoco por qué es extraño que a mí me guste el olor del baño. Ya sabéis, ese aroma denso, a veces afrutado, pero es que para mí el baño es el único sitio donde puedo decir “ocupado”, y la gente me deja en paz”, dice la protagonista de Un bany propi [+lee también:
entrevista: Lucía Casañ Rodríguez
ficha de la película], la ópera prima de la directora valenciana Lucía Casañ Rodríguez, estrenada mundialmente en el Festival Internacional de Cine de Shanghái y que ahora inaugura la 39 edición de la Sección Oficial de la Mostra de València-Cinema del Mediterrani.
Protagonizada por Nuria González, la película cuenta la historia de Antonia, una ama de casa de 65 años que pasa sus días atendiendo las obligaciones del hogar y las tareas familiares. Sin embargo, esta mujer de apariencia afable guarda un extraño secreto: está obsesionada por los cuartos de baño. Ese es el único sitio donde puede escaparse de su vida monótona, el único refugio donde puede dar rienda suelta a su verdadera vocación: escribir. Allí huye de su cotidianidad, vive situaciones únicas, entabla raras amistades y logra ser quien quiere ser. A partir de ahí, desde el drama cruzado con la comedia absurda y la fantasía, la película habla de la búsqueda de independencia de la mujer, de su desigualdad, de su dificultad para tener un espacio propio, independiente de la familia y el entorno, de todo cuanto la rodea y la encierra, de su deseo de ser quien verdaderamente quiere ser, libre de ataduras, de su soledad, de la necesidad de que esa lucha sea colectiva. También de las ilusiones y desilusiones de la vida, de lo que el paso del tiempo hace con las personas, del poder de la imaginación y el arte, de la búsqueda de lo extraordinario en lo ordinario.
“Para escribir, una mujer debe tener dinero y una habitación propia”, escribió Virginia Woolf en Una habitación propia. Lucía Casañ cita esta famosa frase de la escritora británica y la convierte en el leitmotiv de la película, llevándola a su terreno con cierta originalidad y humor. La premisa de hacer de esa habitación propia el cuarto de baño es atrevida e ingeniosa, un atrevimiento que a veces logra sorprender y divertir y que otras cae en el cliché fácil o en situaciones que terminan resultando demasiado forzadas e inverosímiles. La directora juega a su vez con cierta tendencia al surrealismo, el simbolismo y la teatralidad (tanto en su fondo como en su forma, mezclando estéticas, tonos y géneros) que, del mismo modo, también termina resultando irregular: por momentos funciona y por otros lleva a una impostura demasiado evidente. Sin embargo, a pesar de sus excesos (o carencias), esa valentía a la hora de narrar acaba jugando a su favor. El resultado es una película que, a pesar de su punto naíf y su ingenuidad en la narración del mensaje, nunca pierde esa frescura y originalidad de su punto de partida, logrando ciertos giros inesperados, momentos tan extraños como cómicos, y transmitir una ternura y una empatía por sus personajes que acaba siendo una de sus grandes virtudes.
Un bany propi es una atrevida e interesante ópera prima que no tiene miedo a caer en el error, a fallar y acertar, trazando así su propio estilo y personalidad. Una tragicomedia íntima sobre la búsqueda de independencia de la mujer, y, con ello, también un canto a la imaginación, a su poder transformador y liberador. Una película tan irregular como singular.
Un bany propi es una producción de Producciones Televisivas Mecomlys, cuyas ventas internacionales y distribución en España están a cargo de Begin Again.
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