Crítica: The Hunt for Meral O.
por Fabien Lemercier
- Stijn Bouma firma un primer largometraje de ficción conmovedor y muy comprometido sobre la escandalosa opresión de una mujer de orígenes turcos por parte de las autoridades neerlandesas

“No dejes que te pisoteen”. The Hunt for Meral O. [+lee también:
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ficha de la película], el despiadado e impactante primer largometraje de ficción del director neerlandés Stijn Bouma, gira en torno a una historia dramática y kafkiana que, por desgracia, está basada en hechos reales. La película, que ha sido presentada en la competición oficial del 25.º Arras Film Festival, ha sido nominada en las categorías de mejor película y mejor dirección en los Golden Calves 2024 (los principales premios anuales de cine de los Países Bajos).
—“He recibido una orden de pago, pero ya la he recurrido dos veces”. —“Aquí no hemos recibido ningún recurso”. —“Tengo pruebas de que mi carta se recibió”. —“No me aparece en el sistema”. ¿Hay algo más en lo que pueda ayudarte? Me temo que he de finalizar la llamada”. La situación en la que se encuentra Meral (la extraordinaria Dilan Yurdakul), una mujer divorciada de origen turco con dos hijos a su cargo, es, cuando menos, difícil, ya que Hacienda le reclama 34.256 euros, y todo debido a que, tal y como se señala al inicio de la película, “en 2009, en los Países Bajos, se acusó —sin pruebas, en la mayoría de casos— a algunos padres de fraude en las prestaciones por hijos a cargo. La inmensa mayoría de estos padres eran de origen inmigrante, y se ordenó la devolución de la cantidad total de dinero recibido sin tener en cuenta el devastador impacto que podría tener en la vida de estas personas”. Poco a poco, Meral se va dando cuenta de que la razón por la que su recurso no consta en el sistema es porque el sistema no quiere tener nada que ver con ella.
Con cada nuevo paso en el proceso administrativo, desde la orden de embargo de ingresos que la obliga a dejar su trabajo de ayuda a domicilio para personas mayores y a convertirse en limpiadora en naves industriales (— “Al departamento de RR. HH. no le acaba de convencer la idea de que el zorro cuide de las gallinas, ya que, al fin y al cabo, vas a entrar en casas de personas vulnerables”. —“¿Eres consciente de lo humillante que resulta esto?” —Yo no puedo hacer nada, son órdenes de arriba”) hasta investigaciones intrusivas de los servicios sociales (acoso, fotografías, registros de su domicilio, vigilancia de las redes sociales…) por sospecha de ingresos no declarados —que los deudores fiscales están obligadas a declarar—, desde el bloqueo de todas las solicitudes de ayuda de emergencia a la escuela hasta, por extensión, los servicios de protección de menores preocupados por el bienestar de las dos hijas de Meral… La soga se estrecha gradualmente alrededor del cuello de esta joven, que se ahoga en un profundo sentimiento de injusticia enmascarado por el deseo de salvar los muebles a pesar de la extrema precariedad económica (cortes de electricidad, supervivencia con 300 euros al mes, ropa de segunda mano, carencia absoluta de actividades de ocio para los niños, etc.). ¿Tirará Meral la toalla, o logrará salir milagrosamente de esta situación tan extremadamente asfixiante?
Aunque la película, que ha sido rodada con una meticulosidad férrea y una sutil forma de jugar con los espacios fuera de pantalla, gira principalmente en torno a su resiliente protagonista mientras sucumbe lentamente a la desesperación, tampoco se pierde de vista a un inspector de servicios sociales (Gijs Naber) que actúa como contraparte y que, a pesar de tener dudas sobre su misión, mira hacia otro lado y se deja someter por la jerarquía totalitaria (“el fraude es uno de los mayores peligros para nuestra sociedad y, una vez más, son los extranjeros los culpables”, “las normas son las normas”). Esta atractiva y edificante historia sobre el funcionamiento de la maquinaria administrativa, cuyo guion ha sido escrito por el director junto con Roelof Jan Minneboo, es innegablemente escalofriante, y la empatía que el público acaba desarrollando por la protagonista no tiene límites. Algunos espectadores encontrarán el enfoque demasiado maniqueo, pero la realidad es que se tardaron 12 años en esclarecer todos estos casos en los Países Bajos, lo cual supuso la caída del gobierno que dirigía el país, dado que cerca de 120.000 padres y niños se vieron afectados por este escándalo.
The Hunt for Meral O.ha sido producida por KeplerFilm y coproducida por Evangelische Omroep (EO).
(Traducción del francés)
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