Crítica: Empire of the Rabbits
- Un niño que crece en la más absoluta pobreza desafía a su padre y a todo el sistema corrupto en el nuevo largometraje del director turco Seyfettin Tokmak

A veces, la vida parece un ciclo interminable de opresión y abusos. Los poderosos oprimen a los débiles, los padres explotan a sus hijos, la gente maltrata a los animales, los perros de caza persiguen a los conejos, los niños acosan y son acosados en la escuela. Todo esto está presente en el conmovedor largometraje de Seyfettin Tokmak, Empire of the Rabbits [+lee también:
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ficha de la película], ambientado en la Turquía rural, que acaba de estrenarse en la competición oficial del Festival Black Nights de Tallin.
El adolescente Musa (interpretado por el debutante Alpay Kaya) vive en la extrema pobreza con su padre Beko (Sermet Yeşil, a quien vimos en Kosmos [+lee también:
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ficha de la película]). Sus únicos ingresos proceden de los turbios trabajos ocasionales de su padre, que incluyen carreras de perros de caza con un conejo vivo y apuestas ilegales dirigidas por el gánster local, Muzaffer (Kubilay Tunçer, que trabajó en Érase una vez en Anatolia [+lee también:
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ficha de la película] y El peral salvaje [+lee también:
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ficha de la película], de Nuri Bilge Çeylan). También lleva a cabo una estafa en el colegio del que es director: los alumnos tienen que fingir tener necesidades especiales para que Muzaffer pueda recibir donativos. A Beko se le ocurre la idea de matricular a Musa en la escuela de Muzaffer, con la esperanza de conseguir alguna ayuda estatal para su hijo “discapacitado”, mientras que Musa debe recibir “clases particulares” para fingir una discapacidad por parte de la hija de Muzaffer, Nergis (Perla Palamutçuoğullari, otra debutante).
Incomprendido, abandonado y a menudo maltratado en casa por su duro y egocéntrico padre, además de ser víctima de acoso en la escuela, Musa es en realidad un alma bondadosa y noble, que se pasa todo el tiempo rescatando conejos de las trampas de su padre y llevándolos a su lugar especial, secreto y seguro en una cueva, donde intenta construirles un imperio. Cuando le muestra a Nergis su ecosistema, la joven decide unirse a él. ¿Puede repararse un sistema corrupto mediante el poder de la bondad pura? ¿Podría al menos romperse?
El guionista y director procede del mundo del cine y la televisiva, pero también de la teoría cinematográfica y el activismo, lo que podría explicar por qué Empire of the Rabbits es una película bien concebida, con capas de metáforas, analogías y paralelismos que retratan una vida en condiciones extremadamente duras. Al centrarse en el estado de las cosas, el cineasta relega deliberadamente la historia a un segundo plano, por lo que la trama parece discurrir lentamente en círculos. Actuando de forma aparentemente intuitiva, basándose en las emociones de determinadas escenas, el montador Vladimir Gojun consigue finalmente establecer cierto sentido de la continuidad y del ritmo, algo necesario para una película que podía ser, a nivel de atmósfera, muy desagradable y exigente para el espectador.
Sin embargo, en el apartado puramente audiovisual, Empire of the Rabbits ofrece mucha poesía, gracias a la evocadora fotografía de Claudia Becerril Bulos, que filma los vastos paisajes sin apenas presencia humana y los interiores ruinosos y desnudos con colores turbios naturales, casi sin iluminación artificial y mediante una íntima cámara en mano. El paisaje sonoro de la película complementa las imágenes y se convierte en una herramienta para la dramaturgia, ya que los diálogos son bastante escasos. El omnipresente aullido del viento y la música de Erkan Oğur transmiten la vida interior de Musa con notas más amables, aunque también aumentan la tensión cuando es necesario.
En definitiva, Empire of the Rabbit es una película muy oscura, pero llena de corazón. La dureza del mundo que describe es bastante reveladora, mientras que la bondad inherente de sus jóvenes personajes señala que todavía queda algo de esperanza.
Empire of the Rabbits es una coproducción entre Turquía, México, Croacia y Líbano, producida por Yaman Film, ZKF, TRT Sinema, Mandarina Cine, Nukleus Film, Soberworks y Placeless Films.
(Traducción del inglés)
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