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IDFA 2024

Crítica: A Want in Her

por 

- El documental de debut de Myrid Carten narra la batalla de su madre contra la adicción a través de un profundo reprocesado de archivos personales y dolorosas conversaciones

Crítica: A Want in Her
Nuala Carten (izquierda) y Myrid Carten en A Want in Her

Belfast, un anodino banco de la ciudad: la artista visual y debutante en el largometraje Myrid Carten revela que ha visto a su madre sentada en ese banco, “completamente borracha”. Al reconocerla únicamente por los tacones altos que lleva, Carten llama al teléfono de personas desaparecidas. Estas piezas del rompecabezas empiezan a encajar en la secuencia de apertura de A Want in Her [+lee también:
entrevista: Myrid Carten
ficha de la película
]
, una búsqueda emocional profundamente humanizadora sobre la lucha de su madre contra la adicción y los problemas de salud mental, que acaba de tener su estreno mundial en la competición internacional del IDFA. Con un sinfín de vídeos caseros de la infancia y material en primera persona rodado recientemente, la cineasta irlandesa compone un retrato conmovedor y en forma de collage de su relación con su madre, Nuala Carten, salpicado de momentos de desesperación sin freno.

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En un contexto que solo puede describirse como intrigante, Nuala fue trabajadora social y atendía casos de violencia doméstica. Primero, desde el punto de vista de la directora y con un estilo cinematográfico en primera persona, asistimos a distintas fases de la lucha de su madre: la película aborda su trastorno bipolar, la adicción a diversas sustancias y el hecho de que llegara a beber hasta 18 botellas de sidra al día. A veces acompañadas por sintetizadores etéreos y otras por música de cuerdas evocadora, cortesía de Clarice Jensen, las secuencias cobran vida sobre todo en el hogar, en el presente y en el pasado, un lugar que Carten filma con un gran angular distorsionado como una morada que absorbe las emociones que se arremolinan entre ambas.

La dirección de fotografía está firmada conjuntamente por Carten, Seán Mullan y Donna Wade, mientras que la cineasta también aparece como personaje en su obra (o, más bien, como “Myrid”, su alter ego en pantalla, inextricable del de Carten pero aun así distinto). A Want in Her acentúa la distancia entre sujeto y cineasta e incorpora la extrañeza de ver a alguien a quien conoces tan bien en una posición de completa vulnerabilidad. Carten también utiliza la película para cuestionar el límite que deben trazar los seres queridos de Nuala, mostrando que la inversión de roles madre-hija en la vida de la cineasta ya se había producido a una edad temprana.

Fragmentos de arte performativo procedentes del trabajo expositivo de la cineasta (filmados en monitores y pantallas) y secuencias escenificadas en las que Carten dirige a su madre añaden nuevas capas a esta película ya de por sí muy rica en matices. De las imágenes de archivo emana un juego infantil crudo, que parece enmascarar con ahínco las dificultades a las que se enfrentó Carten al crecer con su madre (salvo por una grabación premonitoria de la joven Myrid y sus amigas interpretando una escena de violencia doméstica). Por eso, cuando la Myrid adulta y su cámara se enfrentan por primera vez cara a cara con la madre de la cineasta mientras se sientan juntas en un coche, el momento resulta incómodo, casi intrusivamente cercano. Sin embargo, justo cuando Nuala empieza a deslizarse hacia la incoherencia y un comportamiento infantil (“Mira los perros, grandes y esponjosos. ¿A que son bonitos?”), Carten nos indica que esto no es ni un relato lacrimógeno ni una acusación. Al mostrarnos la otra cara de la moneda, la directora yuxtapone esta interacción con un clip en el que Nuala, lozana y elocuente, habla en televisión sobre un manual de buenas prácticas que escribió como trabajadora social.

Carten y la montadora Karen Harley emplean esta técnica de montaje dicotómico con gran acierto en otros momentos del filme, incluida la hipnótica secuencia de apertura, y la repiten más adelante cuando Myrid admite haber filmado a su madre, una “bebedora callejera”, sentada, borracha y encorvada, en un banco de Belfast. A continuación se nos muestra ese momento tan, tan difícil, pero Carten nunca resbala hacia la lástima: omite las imágenes de los instantes más tensos y nos deja especular únicamente a partir del sonido.

Este debut documental resulta claramente impresionante y podría convertirse en un visionado esencial para cualquiera que lidie con las complejidades indescriptibles de una relación madre-hija. Es una obra de un realismo notable y no inherentemente esperanzadora, aunque se filtran algunos destellos. Porque, llegado un punto, ¿qué más se puede hacer? De forma muy apropiada, antes de que aparezca la cartela del título y los sintetizadores resuenen casi con alegría en nuestros oídos, la joven Myrid nos recuerda suavemente: “Mira el cielo. ¡Es tan azul como puede serlo!".

A Want in Her es una coproducción entre Inland Films (Irlanda), Snowstorm Productions (Reino Unido) y Basalt Film (Países Bajos). Inland Films también se encarga de las ventas internacionales.

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(Traducción del inglés)

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