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Crítica: Las hijas del califato
por Fabien Lemercier
- Con una formidable Megan Northam como protagonista, Mareike Engelhardt firma una ópera prima contundente y clarividente sobre las zonas de sombra de la radicalización

“Aquí te espera un destino mayor”. Un total de 42.000 personas procedentes de 110 países se unieron al “Estado Islámico” en Siria e Irak entre 2013 y 2016, un asombroso fenómeno de reclutamiento que ya ha sido abordado en el mundo del cine, explorando las razones de las partidas de estas personas (Le ciel attendra [+lee también:
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ficha de la película], la ópera prima de Mareike Engelhardt, que se estrena en los cines franceses el 27 de noviembre de la mano de Memento Distribution, ninguna película de ficción se había sumergido con tanta intensidad e intimidad visceral en el proceso de adoctrinamiento de una joven europea que nunca había parecido propensa a tales tribulaciones.
“¿A qué altura crees que estamos? Nunca he estado tan cerca del sol” - “Es precioso” - “Esto es solo el principio, ya verás…”. Jessica (una fantástica Megan Northam) y Laïla (Natacha Krief), dos jóvenes sin complejos, no ocultan su felicidad en el avión que las impulsa hacia una nueva vida que imaginan apasionante (“hacer historia”) y que pondrá patas arriba su gris realidad cotidiana como enfermeras en prácticas en Francia. Su plan es unirse al “Estado Islámico”, donde Laïla se convertirá en la esposa de Akram y Jessica en su segunda mujer. A sus 19 años, esta última se siente preparada para dar el salto: ha aprendido árabe y demuestra una devoción religiosa inquebrantable.
No obstante, una vez dentro de la mafada (una gran casa donde se segrega a las mujeres a la espera de casarse), dirigida con mano de hierro en un guante de terciopelo por Madame (Lubna Azabal), Jessica encuentra una “familia”, unas normas y una vida cotidiana que exigen una sumisión absoluta. Confundida por sentimientos pasados (“allí no me escuchaban, no me respetaban”) y dividida entre intenciones contradictorias (un espíritu impulsivo que anhela la libertad y un ardiente deseo de probarse a sí misma), esta joven (rebautizada Rabia) se transforma lentamente (aunque no sin sufrimiento psicológico y físico) y atraviesa el espejo para convertirse en una de las torturadoras…
Rabia es un thriller apasionante, femenino y contundente, que transmite con gran delicadeza las zonas grises que habitan la “banalidad del mal”, trazando un conmovedor viaje personal a través de las tinieblas, que es al mismo tiempo novelesco y casi documental (repleto de un sinfín de detalles muy convincentes). Con una fuerza emocional cruda y muy concentrada, captada de forma ideal por la directora de fotografía Agnès Godard, la película ofrece una visión increíblemente precisa e íntima de un tema sensible para Occidente (“si han venido aquí, es porque les faltaba algo fundamental. Tu trabajo es averiguar qué es y dárselo”). Se trata de una aguda constatación de un estado de malestar que podría explicar por qué los grandes festivales internacionales han optado por dar la espalda a esta prometedora obra, que ha cosechado múltiples premios (en particular del público y de los jurados jóvenes) en certámenes locales (Deauville, Valenciennes, War on Screen, Arte Mare, Macon, Sarlat) durante estos últimos meses.
Las hijas del califato es una producción de la francesa Films Grand Huit, coproducida por Arte France Cinéma, la alemana Starhaus Production y las belgas Kwassa Films y RTBF. Kinology se ocupa de las ventas internacionales.
(Traducción del francés)
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