Crítica: Writing Hawa
por Olivia Popp
- Najiba y Rasul Noori usan su propia subjetividad para crear un trabajo tremendamente poderoso sobre la emancipación, la libertad y las oportunidades para las mujeres en Afganistán

Tras su estreno mundial hace unos días en la competición internacional del IDFA, Writing Hawa [+lee también:
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ficha de la película] ha ganado el premio FIPRESCI. “La película nos ofrece un testimonio interno fundamental desde un territorio en el que las libertades están en peligro, especialmente para las mujeres”, según palabras del jurado. Sin embargo, esto no hace más que arañar la superficie de lo que la cineasta y periodista afgana Najiba Noori explora en este documental, codirigido por su hermano Rasul Noori. Perteneciente a la generación intermedia, pero en cierto modo la excepción dentro de esta historia de tres generaciones de mujeres en su familia, Najiba revela con gran destreza y sensibilidad la precaria situación de las mujeres en Afganistán antes y después de la toma del poder por parte de los talibanes en 2021, especialmente la de las jóvenes pertenecientes a la minoría étnica hazara, históricamente perseguida. Los dos hermanos, con experiencia en producción de vídeo y periodismo, captan cuidadosamente la limitada vida cotidiana de sus protagonistas, asumiendo su subjetividad y aprovechándola para crear una silenciosa obra maestra de cine esencial.
Con un guion escrito por Najiba junto a la documentalista iraní Afsaneh Salari (que también se encarga del montaje), Writing Hawa entrelaza con maestría varios hilos narrativos fundamentales. Todos ellos se centran directa o indirectamente en la madre de Najiba, Hawa, quien decide aprender a leer y escribir mientras abre su propio negocio. Zahra, la sobrina de 14 años de Najiba, escapa tras doce años bajo la custodia de su padre maltratador y regresa con su familia. La llegada de los talibanes al poder desencadena un importante retroceso en todos estos avances, así como la partida de Najiba hacia París.
Hawa, obligada a casarse a los 13 años con un hombre 30 años mayor, nunca recibió una educación formal. Ahora está resignada a cuidar de su anciano marido, que padece demencia severa, mientras que el amor de su vida (su primo) es ya un sueño perdido. Hawa no se corta a la hora de condenar a las generaciones anteriores: “Nuestros padres eran ingenuos”, dice su amiga, obligada a vivir el mismo destino. “Nuestros padres eran idiotas”, la corrige Hawa, dejando aflorar décadas de pura rabia contenida bajo la superficie, aparentemente liberada por la propia cámara. De esta forma, el relato se convierte en una búsqueda triunfal de una emancipación auténtica y autónoma, defendida con fuerza (aunque nunca guiada ni forzada) por los hijos a quienes dio todo. ¿Y los talibanes? “Esos hijos de puta son un puñado de salvajes ignorantes”, escupe Hawa.
Najiba interviene ocasionalmente mediante una voz en off directa que, aunque significativamente más concisa, recuerda a la de My Stolen Planet [+lee también:
crítica
tráiler
ficha de la película], de Farahnaz Sharifi. Algunos momentos hablan por sí solos. Desde detrás de la cámara, Najiba pregunta, con un evidente matiz de miedo en la voz: “¿Y si te obligan a casarte?” Con una expresión de absoluta resignación, la joven Zahra responde: “Usaré el teléfono para llamarte”.
Estamos ante una historia en la que debemos cuestionar la subjetividad de quien escribe sobre la película, donde momentos como este son simplemente imposibles de evaluar desde un punto de vista externo. La realización de la película desencadena una respuesta casi tardía, al darnos cuenta posteriormente de que tanto la directora como las protagonistas, tía y sobrina, son testigos de lo que pronto será inevitable. Nosotros, como espectadores y críticos protegidos tras nuestras pantallas, somos simplemente testigos privilegiados.
Una escena particularmente conmovedora muestra el reflejo de la cineasta, salpicado de lluvia, en una ventana de París mientras fuma tranquilamente un cigarrillo: un momento de soledad en el exterior que contrasta con una vida llena de emociones en el interior. La emotiva banda sonora original de Afshin Azizi, dominada por las melancólicas cuerdas pulsadas del setar y el rubab, completa la película. Sus títulos de crédito finales, al mismo tiempo alegres y realistas, colocan la historia en su lugar: francamente, solo tenemos acceso a esta poderosa obra cinematográfica gracias a circunstancias un tanto extraordinarias.
Writing Hawa es una coproducción entre Francia, Países Bajos, Catar y Afganistán a cargo de Tag Film y coproducida por Een van de jongens, Arte France y EOdocs. La suiza First Hand Films se encarga de las ventas internacionales.
(Traducción del inglés)
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