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GIJÓN 2024

Crítica: El placer es mío

por 

- El debut del director brasileiro Sacha Amaral es un retrato vibrante de un joven que no desea nada y lo desea todo a la vez

Crítica: El placer es mío
Max Suen en El placer es mío

Antonio (Max Suen), el protagonista de la ópera prima de Sacha Amaral, El placer es mío [+lee también:
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, es un veinteañero encantador, de los que generan una atracción inmediata: su cara, su forma de moverse, la genuina curiosidad con la que se acerca a las palabras y a los cuerpos, todo contribuye a su atractivo. Además, el magnetismo de este personaje está tan entrelazado con una especie de frivolidad juvenil que podría personificar la propia juventud. Tras realizar numerosos cortometrajes de éxito, Amaral, nacido en Brasil pero afincado en Buenos Aires, ha escogido como protagonista de su primer largometraje a un joven cuyos deseos permanecen ocultos para sí mismo. Enigma y libido son dos palabras que definen El placer es mío, proyectada en la sección Retueyos del Festival de Gijón.

Quizá lo más atractivo de Antonio es que se muestra totalmente abierto con respecto a sus sentimientos. Duerme en muchas camas y siempre da una respuesta diferente a la pregunta “¿A qué te dedicas?”, pero sus pequeñas mentiras no anulan su presencia genuina. Antonio, que a veces se muestra infantil e irritable, mantiene una relación conflictiva con todos los que lo rodean: su madre Viviana (Katja Alemann), con la que aún vive; su íntima amiga Lu (Sofía Palomino), que le presta dinero, y su amigo traficante, que también le deja vender un poco de mercancía. Además, sus amantes ocasionales (hombres y mujeres, jóvenes y mayores) gravitan a su alrededor como los planetas alrededor del Sol. No obstante, a Antonio a menudo le aburre su admiración, y su ego busca la dinámica de un tira y afloja constante para imponerse.

La tensión es lo que realmente motiva a Antonio, así que el sexo casual y las aplicaciones de citas no suponen una verdadera liberación. En la película, le vemos intercambiar diferentes grados de intimidad con hombres y mujeres, que a veces le doblan la edad, pero sus deseos están siempre marcados por el mismo anhelo de descubrir algo, aunque todavía no sabe lo que es. Max Suen encarna al personaje con elegancia y misterio a partes iguales, infundiéndole el aura de un joven vagabundo que no solo quiere (cosas o personas), sino que las desea ferozmente. Antonio también roba, miente e incluso manipula un poco a la gente para salirse con la suya, pero ese parece ser el camino cuando vives según el principio del placer.

Afortunadamente, no hay menciones freudianas en la película, ni consejos de psicología por parte de los personajes. Amaral es un director comedido que prefiere dejar que la escena respire y que los personajes ocupen el espacio: como guionista, ha hecho un trabajo maravilloso plasmando sus ambigüedades en el papel. Probablemente por eso El placer es mío parece estar viva y late a su propio ritmo. Estamos ante una joya de la gran pantalla bellamente elaborada con un personaje central al que no puedes evitar querer, incluso cuando lo odias, como a todos los que conoce.

El placer es mío es una producción de Gentil Cine (Argentina), la parisina Protest Studio, Quadrophenia Films (Brasil) e Hipo Films (Brasil). La empresa alemana Patra Spanou Film se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del inglés)

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