Crítica: Madame Ida
por Camillo De Marco
- El primer largometraje del danés Jacob Møller explora una historia femenina del pasado con ecos en el presente pero sin muchos matices, a pesar de las excelentes interpretaciones del reparto

Una necesidad de amor negada, una maternidad rechazada y otra que se desea desesperadamente son las tres carencias que unen a tres generaciones de mujeres en el primer largometraje del director y guionista danés Jacob Møller, Madame Ida [+lee también:
tráiler
ficha de la película], que ha sido galardonado con el premio a la mejor interpretación para el trío femenino protagonista en el Festival de Turín.
La película está ambientada en los años cincuenta, en una región de Dinamarca que no se especifica. En un aislado orfanato, la quinceañera Cecilia (Flora Ofelia Hofmann Lindahl) recibe una brutal bofetada de la directora del centro, que pretende averiguar quién es el responsable de haber dejado embarazada a la reticente joven. Poco después, el tutor de Cecilia, que la acogió cuando fue abandonada siendo un bebé, le pide que “guarde el secreto”. La rabia reprimida de Cecilia se manifiesta de inmediato cuando casi estrangula a otra niña del orfanato por llamarla puta. Acto seguido, llevan a la joven con la Madame Ida del título (Christine Albeck Børge), una mujer de 45 años que vive aislada en una lujosa villa, acompañada únicamente por su anciana ama de llaves, Alma (Karen-Lise Mynster). El acuerdo es que, después del parto, Cecilia regresará al orfanato y la mujer adoptará al bebé.
Sin embargo, a medida que pasan los días, se desarrolla un vínculo entre las tres mujeres que habitan la casa. Cecilia, que se ha criado en las frías habitaciones y los oscuros pasillos del orfanato, privada de cualquier gesto de afecto, experimenta por primera vez algo parecido al cuidado parental. Ida, por su parte, prisionera de una casa repleta de muebles y objetos, y casi siempre ebria, se muestra distante pero irradia una especie de alegría sombría. Enseña a Cecilia a bailar y a disparar con un rifle, la involucra en sus representaciones teatrales, la colma de atenciones y la halaga por su belleza juvenil. Alma, también huérfana y consciente de los abusos que ha sufrido la joven, expresa su propia y austera preocupación por la niña. Sin embargo, las cosas cambian con el nacimiento de la pequeña Olivia. Ida se muestra repentinamente despiadada y, a pesar de haber prometido adoptar tanto a Cecilia como a la bebé, le recuerda a la joven que pronto deberá regresar al orfanato. Durante una cena a la que ha invitado excepcionalmente a algunos viejos amigos, Ida presenta a la recién nacida como su hija. Ninguno de los presentes le cree, e Ida termina montando una escena que hace que sus avergonzados invitados salgan corriendo. Y es que los hipócritas e insensibles amigos de la propietaria de la villa están todos al tanto de la experiencia previa de maternidad que vivió años atrás y terminó en tragedia.
Con una puesta en escena inspirada en modelos estilísticos del pasado, panorámicas lentas, una fotografía invernal de Stroud Rohde Pearce que plasma la penumbra creada por los pesados cortinajes que cubren las ventanas con vistas a la nieve grisácea y una escenografía asfixiante que evoca un pasado suntuoso, todo está al servicio de un personaje que recuerda a ciertas protagonistas del cine clásico de Hollywood en blanco y negro: mujeres alcohólicas, emocionalmente inestables, feroces y mordaces que se ven atrapadas en entornos opresivos, como Bette Davis en ¿Qué fue de Baby Jane? A través de Madame Ida, Jacob Møller explora con sensibilidad una historia femenina ambientada en el pasado (inspirada en historias reales de su familia) que resuena en el presente, y lo hace a base de confiar en gran medida en las interpretaciones de sus tres protagonistas, que son notables y viscerales (y que, por tanto, son dignas merecedoras del premio que les ha sido otorgado). Sin embargo, la película carece de la intensidad y devastación de los dramas familiares que han caracterizado el cine danés en los últimos veinte años. Muestra hombres que solo buscan dar rienda suelta a sus impulsos libidinosos, madres que enfrentan el trauma de la pérdida con frialdad emocional y rabia, y jóvenes que caen en trampas disfuncionales sin dotarlas de las necesarias capas de profundidad y consistencia, pero lo cierto es que no basta con eso para ofrecer una verdadera exploración de estos temas en la que realmente se pueda hacer partícipe al espectador.
Madame Ida ha sido producida por la danesa Zentropa Entertainments, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de TrustNordisk.
(Traducción del italiano)
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