Crítica: Reine Mère
por Aurore Engelen
- Manele Labidi firma una agridulce crónica familiar que se atreve con el género fantástico, explorando con una ternura insolente el exilio y la identidad
Aclamada en 2019 con su primer largometraje, Un divan à Tunis [+lee también:
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tráiler
entrevista: Manele Labidi
ficha de la película], un gran éxito de crítica y público impulsado por la carismática Golshifteh Farahani, la cineasta francotunecina Manele Labidi con su segundo largometraje, Reine Mère [+lee también:
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ficha de la película]. Este encantador drama familiar explora cuestiones complejas que combinan exilio, inmigración e integración. La película cierra el Cinemamed tras su estreno en el Festival Internacional de Cine de San Juan de Luz.
"¿Tú sabes quién soy? La hija de un granjero que se cree la Reina de Inglaterra". Amel (Camélia Jordana) y Amor (Sofiane Zermani) se quieren, pero discuten constantemente. Ella es tunecina, él argelino y ambos dejaron sus países para instalarse en Francia y formar una familia. Aunque Amel puede ser nostálgica, mide con una cierta dosis de ironía la suerte de poder criar a sus dos hijas en una pequeña ciudad suburbana limpia y tranquila, donde están escolarizadas en la Providence, la mejor escuela de la zona. Por eso, cuando se entera de que no le van a renovar el contrato de alquiler de su piso y le ofrecen la posibilidad de mudarse a una vivienda social a 45 minutos en tren del colegio, se le hiela la sangre. Constantemente en ebullición, Amel está llena de rabia por la degradación social que ha supuesto su exilio, un enfado quizá amplificado por el carácter resiliente de su marido, quien tiene dos trabajos para mantener a su familia. Mientras la pareja camina por la cuerda floja, la hija mayor, Mouna (Rim Monfort), tiene un encuentro peculiar en los pasillos de la escuela: el mismísimo Charles Martel (Damien Bonnard). Esta figura mitológica de la historia de Francia se convierte en una especie de amigo imaginario para la niña, un amigo retorcido, maleducado y brusco, pero un amigo al fin y al cabo, que extrañamente la ayudará a explorar sus miedos y comprender su identidad.
La película se sitúa a principios de los años 90, cuando el asunto Omar Raddad y la Primera Guerra del Golfo ocupaban todos los titulares. El acceso al trabajo y las políticas de vivienda están en el corazón de la vida familiar de Amel y Amor. ¿Qué lugar está dispuesta Francia a ofrecerles, o más bien, a dejarles? ¿Y qué compromisos tendrán que aceptar para ocupar ese lugar? Mientras el amor intenta alegrarles la vida cotidiana, Amel se hace ilusiones con un hipotético regreso a su país, que no les espera. Manele Labidi sorprende con la caracterización de sus personajes, en particular en la manera en que el enfado de Amel, lejos de la imagen de una mujer sometida a su marido, resuena con la supuesta furia del guerrero Charles Martel. "¿Qué hiciste, aparte de expulsar a los árabes en Poitiers en el año 732?", pregunta Mouna a su nuevo compañero de juego. Utilizando el símbolo representado por Charles Martel, Manele Labidi representa hábilmente (y de forma divertida) el trauma intergeneracional que persigue a los hijos de la inmigración magrebí en Francia.
Reine Mère ha sido producida por Kazak Productions en Francia y coproducida por Frakas Productions en Bélgica. Las ventas internacionales están a cargo de Totem Films. La película se estrenará el 12 de marzo en Francia y Bélgica, distribuida respectivamente por Diaphana y O’Brother Distribution.
(Traducción del francés)
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