Crítica: Fanon
por Olivia Popp
- Jean-Claude Barny hace accesible la vida y el legado del intelectual, psiquiatra y revolucionario anticoloniaista martiniqués Frantz Fanon sin perder la esencia de su obra
Los habituales en festivales recordarán que este año se estrenó en la Berlinale la película de extenso título Chroniques fidèles survenues au siècle dernier à l’hôpital psychiatrique Blida-Joinville, au temps où le Docteur Frantz Fanon était chef de la cinquième division entre 1953 et 1956 [+lee también:
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ficha de la película], de Abdenour Zahzah. Aunque centrada en el mismo período de la vida del escritor anticolonialista, psiquiatra y revolucionario Frantz Fanon, la nueva película del director francés Jean-Claude Barny (quien también tiene orígenes en Guadalupe y Trinidad y Tobago), titulada simplemente Fanon [+lee también:
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ficha de la película], puede considerarse una versión más popular sobre la vida de este brillante e influyente intelectual. Las dos películas no podrían ser más diferentes, y es que, por medio de un elegante estilo cinematográfico, la película de Barny es mucho más comercialmente viable que su contraparte minimalista en blanco y negro del cine de autor. Fanon, cuyo guion ha sido escrito por Barny junto con Philippe Bernard, acaba de estrenarse a nivel mundial en la sección de proyecciones especiales del Festival de Marrakech de este año.
Fanon recorre los aproximadamente tres años que el polifacético martiniqués pasó como jefe del pabellón del Hospital Psiquiátrico de Blida-Joinville en Argelia, y termina transcurrido un tiempo desde su partida. Somos testigos de cómo transformó el campo de la psiquiatría institucional al tiempo que escribía su ahora venerado libro psicoanalítico sobre la colonización, Los condenados de la tierra. La película también dramatiza el apoyo de Fanon a la inminente revolución de Argelia a través de reuniones secretas, aunque no llega a explicitar en ningún momento que, en realidad, formaba parte del Frente de Liberación Nacional (FLN).
El Fanon de Barny (interpretado por Alexandre Bouyer) se presenta como una figura heroica, como una persona sorprendentemente apuesta que inspira a todos a su alrededor, desde sus pacientes hasta sus compañeros de trabajo: Hocine (Mehdi Senoussi), un trabajador argelino del hospital que habla árabe y lleva a Fanon directamente al redil de la revolución argelina a través del líder local Ramdane (Salem Kali); y dos jóvenes médicos judíos argelinos, el doctor Jacques (Arthur Dupont) y la estudiante Alice (Salomé Partouche). Fanon cuenta con el apoyo incondicional de su esposa nacida en Francia, Josie (Déborah François), que respalda su trabajo tanto en la escritura como en la psiquiatría. Cabe mencionar también que Barny omite el hecho de que Josie fue extremadamente activa políticamente y que, más tarde, apoyó notablemente la causa palestina.
Más allá de la lucha a nivel macropolítico entre los argelinos y los franceses, encabezada por una disputa constante con el despiadado sargento Rolland (Stanislas Merhar), resulta difícil mantener el interés ante una ausencia tan significativa de conflicto interpersonal, y es que ni Josie ni los trabajadores del hospital parecen tener una sola queja sobre el casi perfecto Fanon. La dinámica de los personajes de la película se simplifica en exceso, y los arrebatos emocionales a veces se sobreactúan, pero la mayor parte del guion tiene un ritmo tan uniforme que sigue siendo fácil de ver. Fanon también toma un giro hacia el thriller político en el último cuarto, que empieza a desviarse hacia el territorio del drama de espías. Gran parte del tono melodramático de la película se debe a su omnipresente banda sonora (música de Thibault Kientz-Agyeman y Ludovic Louis), la cual, en ocasiones —y de una manera extraña— roza la exotización del entorno mediante riffs musicales.
Fanon se caracteriza por escribir con un estilo profundamente emocional y evocador al que a veces resulta difícil acceder, pero Barny reduce la escritura del intelectual a fragmentos digeribles. El duro maltrato de los pacientes, que se extrapola a casos de injusticia universalmente comprensibles, se hace eco de la lucha colonial fuera de los muros del hospital. Y así, a pesar de sus evidentes defectos, hay que señalar que Fanon destaca por cómo lleva a la pantalla la obra y la vida del escritor de una forma muy entretenida y comercialmente viable. Este es sin duda el mayor logro de Barny, que tal vez contribuirá a que Frantz Fanon finalmente tenga la oportunidad de convertirse en un nombre conocido no solo por académicos, activistas e interesados en el panafricanismo y el pensamiento descolonial.
Fanon es una producción de las francesas Special Touch Studios y WebSpider Productions, la canadiense Peripheria Films y la luxemburguesa Paul Thiltges Distributions. Special Touch Studios también posee los derechos de las ventas internacionales de la película.
(Traducción del inglés)
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