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PELÍCULAS / CRÍTICAS Francia / Bélgica

Crítica: Sarah Bernhardt, La Divine

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- Guillaume Nicloux y Sandrine Kiberlain inmortalizan a una figura de fama mundial de la escena teatral de principios del siglo XX a través de un biopic de autor híbrido e insólito

Crítica: Sarah Bernhardt, La Divine
Sandrine Kiberlain en Sarah Bernhardt, La Divine

“Llevo 29 años transmitiendo al público las vibraciones de mi alma, los latidos de mi corazón y mis lágrimas. He interpretado 112 papeles. He luchado como nadie”. Al abordar una figura histórica y artística tan inmensa como la divina Sarah Bernhardt, una actriz que fue famosa en todo el mundo y cuyo funeral congregó a 600.000 personas en París en 1923, el experimentado director Guillaume Nicloux se enfrentaba sin duda a un gran desafío con su película Sarah Bernhardt, La Divine. También resulta bastante sorprendente, al menos sobre el papel, ver a un cineasta tan singular embarcarse en la aventura del biopic, un género dominado por los rostros habituales. Sin embargo, parece que el director no ha renunciado a ninguna de sus extrañas e increíblemente personales pasiones. De hecho, ha extraído del guion (escrito por Nathalie Leuthreau) una película increíblemente audaz, que a veces roza lo desconcertante. La cinta llegará a los cines franceses el 18 de diciembre de la mano de Memento Distribution. Estamos ante una obra sobre la que podríamos decir, en palabras de la propia protagonista, que “si no decimos la verdad, tenemos que mentir con la máxima sinceridad”, porque “la verdad solo existe en el presente, así que hablar de ella es básicamente mentir, ¿no?”.

Esta relación elástica y plástica entre la verdad y la mentira es naturalmente patrimonio de los grandes actores de teatro, como Sarah Bernhardt (Sandrine Kiberlain), a quien la película muestra interpretando la agonía de La dama de las camelias en el escenario del Théâtre de la Renaissance. “Transmites verdad en todos tus gestos, y unos sollozos tan desgarradoramente amargos en tu voz, que las lágrimas realmente ruedan por tus mejillas”, comenta entusiasmado uno de sus muchos amantes, Edmond Rostand (aunque tampoco faltaron amantes femeninas, como Louise, interpretada por Amira Casar), con motivo de la consagración de la actriz en 1896. “Un día que debía ser feliz, pero que resultó ser el más espantoso, cuando perdí al amor de mi vida”, tal y como le explica Sarah muchos años después, en 1915, al joven Sacha Guitry, desde la cama de un hospital mientras se recupera de la amputación de una pierna. Esta amazona indomable, un personaje dominante, caprichoso, libre y ambicioso que se dedicaba por entero a su arte, también había amado profundamente a su padre, el actor Lucien Guitry (Laurent Lafitte), desde 1886. Y con el amor viene el sufrimiento (“tu corazón tiene que sangrar para que el público sienta algo”).

Moviéndose vertiginosamente entre tres épocas diferentes (1915, 1896 y 1886), la película traza el retrato de una mujer insólita, feminista y excesiva (en cuanto a su generosidad, su chulería, su agudeza, su relación con el dinero y la gloria, sus sufrimientos pasados y presentes…), abriendo una ventana íntima a la fina y paroxística línea que separa a la persona de la celebridad. Rodada en medio de espléndidos decorados (cortesía de Olivier Radot) pero siempre plenamente centrada en su protagonista, la película juega con el lenguaje de la emoción en un momento ligeramente morboso, cuando el sufrimiento del alma y del cuerpo se ve arrastrado por una fiebre social (nos cruzamos con Émile Zola, Sigmund Freud y muchos otros), agravada por el Asunto Dreyfus. En este sentido, la película infunde una sensación de calidad indiscutible, pero también de nefasta extrañeza, que no debería desagradar al director, pero que sí aleja a la película de los cánones habituales del biopic, transformándola en una obra híbrida, artística y más polarizante, reflejo de este gigante del mundo del teatro que creía que “no hay que pasar demasiado tiempo odiando, porque es muy cansado: despreciar mucho, perdonar a menudo y no olvidar nunca”.

Sarah Bernhardt, La Divine es una producción de Les Films du Kiosque, coproducida por TF1 Films Production, Fils Prod y la belga Umedia. Memento International se encarga de las ventas internacionales.

(Traducción del francés)

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