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MAR ROJO 2024

Crítica: Songs of Adam

por 

- En su tercera película, Oday Rasheed explora la historia contemporánea de Irak a través de los ojos de un niño para el que el tiempo se ha parado

Crítica: Songs of Adam
Azzam Ahmed Ali en Songs of Adam

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, que se ha estrenado a nivel mundial en la sección Red Sea del Festival Internacional de Cine del Mar Rojo y ha sido galardonada con el premio al mejor guion (leer la noticia), es la tercera película de Oday Rasheed, el escritor y director iraquí afincado en Estados Unidos. Se trata de una historia de ritmo pausado ambientada en Mesopotamia, la región histórica conocida como la cuna de la civilización, donde hoy se encuentra Irak. La trama, que comienza en 1946 y abarca siete décadas, gira en torno a un personaje que, literalmente, no experimenta las consecuencias del paso del tiempo.

Tras presenciar los rituales funerarios de su abuelo, el niño preadolescente Adam (interpretado por Azzam Ahmed Ali) manifiesta el deseo de seguir siendo un niño para siempre. Y eso es precisamente lo que sucede, ya que, a pesar de que pasan seis años, el joven no envejece ni un solo día, de modo que su padre decide encerrarlo en una especie de granero de arcilla similar a una prisión. Adam no envejece ni madura, por lo que no pierde en ningún momento la inocencia ni la falta de experiencia de vida propias de un niño. Mientras tanto, las personas que le rodean (su hermano, sus amigos y su padre) sí sucumben al paso del tiempo. Los diálogos entre ellos y Adam se convierten en el reflejo de los cambios que el país va experimentando.

Los años retratados en la película marcan fechas cruciales en la historia contemporánea de Irak: la intifada de 1952, el gobierno del partido Baaz tras el golpe de Estado de 1963 y la ofensiva del Estado Islámico en 2014. Como Songs of Adam no es una película política, no se alude a todos estos eventos de forma directa, pero es evidente que las fechas en las que volvemos a ver al protagonista están lejos de ser aleatorias.

El cineasta centra sus esfuerzos en crear una atmósfera de realismo mágico mientras retrata las duras realidades de una comunidad tradicional y patriarcal en Irak. Sin embargo, la película no constituye tampoco una crítica directa a estas tradiciones; más bien, da la sensación de que estas observaciones y referencias a la agitación política son solo datos que se dejan caer con la intención de que el público los conecte.

El largometraje presenta una estructura y un estilo narrativo claros, a través de los que se deja espacio para que el espectador se concentre en los paisajes capturados por el director de fotografía Basim Faihad. La naturaleza se convierte en un personaje por derecho propio, con una belleza a veces dura y despiadada. El estilo de la película es realista, salvo por la misteriosa inmortalidad de Adam –casualmente con el mismo nombre que el primer hombre–, que no se explica ni se discute en ningún momento, más allá de las suposiciones de su padre. Esta elección narrativa invita al espectador a interpretar a Adam como una representación simbólica de la esencia inocente e inmutable de la histórica Mesopotamia, intacta ante los turbulentos cambios políticos.

El ritmo lento y la escasez de información que se da sobre los personajes y el mundo pueden llegar a resultar frustrantes en ciertas ocasiones. Songs of Adam es una película que requiere paciencia y concentración por parte del público. Además, no resulta en absoluto fácil conectar con el protagonista, un niño que no evoluciona como personaje. La posible moraleja, que parece ir dirigida a todo aquel que alguna vez haya deseado seguir siendo niño para siempre, podría ser que la pérdida de conexión con las personas y el mundo pesa más que cualquier posible beneficio de mantener siempre la misma edad preadolescente.

Songs of Adam es una coproducción entre Irak, Países Bajos, Arabia Saudita y Estados Unidos. La película ha sido producida por Kian Film Production y Nippur Films, y todavía ninguna empresa posee los derechos de ventas internacionales.

(Traducción del inglés)

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