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Crítica: From Ground Zero
por Camillo De Marco
- La obra, compuesta por 22 cortometrajes de cineastas palestinos y preseleccionada para el Óscar a mejor película internacional, es un conmovedor caleidoscopio de la vida en la franja de Gaza

From Ground Zero, que ha sido creada y supervisada por el veterano cineasta palestino Rashid Masharawi, reúne 22 cortometrajes de menos de seis minutos cuyos directores son jóvenes cineastas de Gaza provenientes de la escuela de cine del propio Masharawi. La obra, que ha sido presentada en la sección TIFF Docs del Festival de Toronto, ha sido preseleccionada también para el Óscar a la mejor película internacional de 2025.
A través de 22 perspectivas diferentes, From Ground Zero ofrece un conmovedor caleidoscopio de la vida en los campos de refugiados de la Franja de Gaza tras los ataques de Hamás el 7 de octubre de 2023 y la posterior respuesta de Israel, que ha adoptado la forma de una guerra implacable con un impacto devastador en la población civil. Lo que más nos impacta al ver la película es el sufrimiento derivado de las terribles condiciones de vida a las que se enfrentan los habitantes. Sin embargo, este dolor se ve atenuado por la resiliencia, la esperanza y los sueños de un posible renacer. En los cortos aparecen imágenes que, por desgracia, se han vuelto habituales en los últimos años a través de programas de televisión y documentales: enormes montones de escombros de edificios bombardeados. Otra de las constantes es la abrumadora presencia de tiendas de campaña proporcionadas por organizaciones humanitarias, que se han convertido en verdaderos asentamientos; calles sin asfaltar llenas de personas a pie, en motos, en coches o en bicicletas; mercados donde los productos frescos han sido reemplazados por alimentos enlatados (“los precios son similares a los de Londres o París”, comenta una mujer). Lo único que interrumpe el ruido incesante de los drones israelíes es el sonido desgarrador de las sirenas de las ambulancias. En definitiva, la película constituye una sucesión de paisajes claustrofóbicos y sin escapatoria que absorben y oprimen al espectador.
Pero luego están las historias individuales. Selfie, de Reema Mahmoud, es una carta a un amigo imaginario que narra un día típico en el mundo que le ha tocado vivir a estos personajes, el cual se caracteriza por largas filas para ir al baño y el uso de maquillaje “para ocultar los signos del cansancio y el insomnio” y preservar la dignidad. Algunos cortos son puros documentales minimalistas, como Farah and Myriam, de Wissam Moussa, o el trágicamente irónico Recycling, de Rabab Khamis, que muestra a una mujer reutilizando la misma agua preciosa para enjuagar vasos, lavar a su hija en una pequeña bañera, regar las flores y tirar de la cadena del inodoro. En otros, los protagonistas “interpretan” experiencias vividas, como en No Signal, de Muhammad Al Sharif, donde una niña y su tío buscan al padre de la pequeña entre los escombros. Algunos cortos hacen referencias explícitas al cine como medio, como Sorry Cinema, de Ahmed Hassouna, en el que el director rompe su claqueta y la utiliza para avivar el fuego. Por otro lado, se percibe un refinado neorrealismo en The Teacher, de Tamer Nijim, donde encontrar comida o cargar un teléfono se convierten en hazañas imposibles, y en Taxi Wanissa, de Etimad Washah, donde un hombre transporta personas —entre las que se encuentran periodistas con chalecos antibalas— en un carro tirado por su burra.
El 7 de octubre no se menciona en ningún momento, ni tampoco la palabra “Israel”. Si el espectador espera escuchar declaraciones políticas directas sobre la paz o la venganza, entonces se ha equivocado de película. Una excepción es No, de Hana Eleiwa, que se declara “en contra de todo lo que está ocurriendo”. “El 7 de octubre me dije a mí misma: no, no y no”. En su búsqueda de una historia sobre “alegría, felicidad y esperanza”, Eleiwa envía un claro mensaje de paz a través de la Sol Band de Gaza. Sin embargo, en general, estos cortometrajes evitan señalar culpables o responsables, de modo que se distancian de los líderes políticos y logran hacer una reflexión más amplia sobre el contexto histórico. En última instancia, estas impactantes historias de vida constituyen la mejor respuesta política que el cine puede ofrecer, y todo ello con el sello de identidad de Masharawi, que se considera más un artista que un activista de la causa palestina.
From Ground Zero ha sido producida por Masharawi Fund en colaboración con Coorigines Production, que también se encarga las ventas internacionales, en coproducción con Akka Films, Metafora Production, Sharjah Art Foundation y Revolver.
(Traducción del italiano)
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