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IFFR 2025 Competición Tiger

Crítica: Vitrival

por 

- Noëlle Bastin y Baptiste Bogaert presentan un retrato naturalista con un humor a veces desarmante de un pequeño pueblo valón

Crítica: Vitrival
Benjamin Lambillotte y Pierre Bastin en Vitrival

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, la primera película de Noëlle Bastin y Baptiste Bogaert, se estrenó en la Competición Tiger del Festival Internacional de Cine de Róterdam. Estos treintañeros han destacado hasta ahora con una media docena de cortometrajes que oscilan entre la ficción y el documental, en ocasiones con toques experimentales. Además, el dúo también trabaja en el ámbito de las artes plásticas, haciendo instalaciones. Su enfoque híbrido del cine se deja entrever sutilmente en algunas secuencias de Vitrival, que adopta a primera vista un formato "tradicional": la crónica a lo largo de las estaciones de un pequeño pueblo rural.

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La película comienza con Benjamin (Benjamin Lambillotte) y Petit Pierre (Pierre Bastin), policías municipales de Vitrival. Tras asegurarse de que la entrada a la escuela trascurre sin incidentes, conducen a toda velocidad por las carreteras del pueblo para dirigirse a su nueva misión, mientras el locutor de la radio local comenta las preocupaciones de los habitantes del lugar: ¿qué tiempo hará hoy? Bienvenido a Vitrival, una apacible aldea cuyo día a día se ve trastornado por la proliferación de grafitis ofensivos en los muros del pueblo, incluso, sacrilegio, en la iglesia. ¿Pero quién puede estar sembrando la inquietud entre los vecinos con estos dibujos obscenos, justo cuando la comunidad se prepara para enterrar a Christian, quien se ha quitado la vida? Este será el caso que investigarán nuestros dos policías. Claro, no son los CSI Manhattan como ellos mismos admiten, pero a lo largo de los meses se esforzarán en combatir lo que pronto se convertirá en una doble epidemia, de penes y de suicidios.

A lo largo de un año en el que suceden muertes y actos de vandalismo, todo el pueblo se moviliza para intentar comprender lo que está ocurriendo, desde los parroquianos del bar hasta el club de jubilados que patrulla las calles en busca de pistas, pasando por el vecino que desde su terraza observa las idas y venidas de todos y anota en un cuaderno el estado psicológico de sus conciudadanos. Vitrival, si bien sigue de cerca la investigación de su dúo de policías, es también y quizás sobre todo el retrato humanista de una comunidad unida por su ubicación geográfica, alejada de los grandes centros urbanos, y definida en gran medida por su vida colectiva. No es casualidad que los conflictos vecinales aquí sean asuntos de Estado: la convivencia, con toda la cordialidad posible, es parte del día a día. Todos se conocen y, sobre todo, están conectados, en muchos casos por lazos familiares. Vitrival es una especie de antithriller, en el que el ritmo de la vida en el pueblo, marcado por el paso de las estaciones, prevalece sobre la investigación en curso. Un policiaco ralentizado, por así decirlo, que se toma su tiempo para observar el día a día de sus habitantes, en particular de una juventud que sueña con un futuro lejos de su entorno, enfrentándose a las dificultades que ello conlleva (por ejemplo, la prima del protagonista, a quien por ser mujer no se le permite tocar el tambor en la banda del pueblo), pero también explorando nuevas posibilidades. Con un humor sutil, de tono aparentemente ingenuo, impregnado de ternura y dictado por sus personajes, interpretados por los propios habitantes del pueblo, Vitrival dibuja un retrato atemporal, peculiar y entrañable de una comunidad compleja.

Vitrival ha sido producida por Naoko Films, con el apoyo del fondo de producciones ligeras del Centre du Cinéma et de l'Audiovisuel de la Fédération Wallonie-Bruxelles. Las ventas internacionales están a cargo de Patra Spanou Film.

(Traducción del francés por Tiffany Diago Navarro)

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