email print share on Facebook share on Twitter share on LinkedIn share on reddit pin on Pinterest

IFFR 2025 Competición Big Screen

Crítica: ¡Caigan las rosas blancas!

por 

- La cinta de Albertina Carri sobre una directora de porno lésbico que se va de viaje con sus actrices tiene mucho encanto, pero su falta de foco y su ritmo extraño la minan

Crítica: ¡Caigan las rosas blancas!
Rocío Zuviría (izquierda) y Carolina Alamino en ¡Caigan las rosas blancas!

La escritora y directora bonaerense Albertina Carri está de vuelta en el IFFR con su nueva película, ¡Caigan las rosas blancas! [+lee también:
tráiler
ficha de la película
]
, en la que vuelve a colaborar con varios miembros del elenco de su largometraje de 2018, Las hijas del fuego. La película, que se ha estrenado a nivel mundial en la competición Big Screen del festival neerlandés, constituye sin duda una continuación temática de su trabajo anterior, ya que también se trata de una road movie lésbica con tintes poliamorosos. Es una cinta que seguramente será del agrado de un sector del público de Róterdam que se verá identificado con ella, pero el ritmo excesivamente pausado y algunas decisiones narrativas un tanto confusas hacen poco probable el hecho de que su atractivo de culto trascienda más allá de ese grupo demográfico en concreto.

La directora amateur de porno lésbico Violeta (Carolina Alamino), a la que todos conocen como Viole, emprende un viaje por carretera desde Buenos Aires junto a sus actrices/amigas/amantes (Rocío Zuviría como Carmen, Mijal Katzowicz como Agustina y Maru Marcet como Rosario) con la intención de rodar una nueva película con la que le llegue la inspiración —y lugares donde hospedarse— y sus limitaciones creativas se esfumen de una vez por todas. Sin embargo, el grupo se topa con varios obstáculos que retrasan su avance, justo cuando empiezan a encontrarse con mujeres aún más sáficas durante su viaje, entre ellas una atractiva mecánica y su pareja, que están familiarizadas con el trabajo de Viole y muestran una clara intención de unirse a la diversión. A pesar del desordenado enfoque de Carri, la directora no se toma las mismas libertades en el plano visual, lo cual hace que la obra se sienta más lenta de lo esperado.

El grupo no parece tener un objetivo ni una dirección clara, y el propio viaje es igual de difuso, lo que lleva a preguntarse qué partido se le puede sacar a la experiencia. La película está llena de bromas metatextuales: los hombres no llegan a hacer apariciones significativas en pantalla, y Carri explota el clásico chiste de la comunidad sáfica en el que todas las mujeres del grupo han estado involucradas sentimentalmente de alguna forma. Viole revisa una y otra vez las grabaciones que hizo con su cámara sobre el océano, como si buscara algo que la ayudara a seguir adelante con el viaje.

El inesperado cambio de tono en el último cuarto del largometraje, que se extiende durante nada más y nada menos que media hora, consolida ¡Caigan las rosas blancas! como una obra bien intencionada pero excéntrica: sin un rumbo definido y humorística a ratos, con ataques dirigidos a las estructuras sistémicas que nos afectan, pero sin dar en el blanco. En esta parte mucho más pausada, Carri busca cuestionar los sistemas que sostienen nuestra realidad heteropatriarcal, y lo hace a través de una narración a cargo de una figura vampírica con rasgos de la Pachamama que recita palabras clave relacionadas con la colonialidad y el ecohumanismo. Esto hace que la película adopte un tono decididamente más serio y estilísticamente más cercano a una pieza de videoarte o performance. Sin embargo, da la sensación de que podría haber sido una película completamente diferente, y las imágenes finales pueden resultar desconcertantes para los espectadores.

¡Caigan las rosas blancas! es una producción de la argentina Gentil Cine, la brasileña Punta Colorada de Cinema y la española Doxa Producciones. Las ventas internacionales de la película corren a cargo de Split Screen.

(Traducción del inglés)

¿Te ha gustado este artículo? Suscríbete a nuestra newsletter y recibe más artículos como este directamente en tu email.

Privacy Policy