Crítica: Le rendez-vous de l’été
por Fabien Lemercier
- BERLINALE 2025: Valentine Cadic se sumerge en el corazón de los Juegos Olímpicos de París en su angélico primer largometraje de ficción, repleto de un delicado y original encanto

“Siento como si me hubiera caído en una brecha del continuo espacio-tiempo.” A pesar de que esta afirmación parezca anticiparlo, Le rendez-vous de l’été [+lee también:
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ficha de la película], que constituye el primer largometraje de Valentine Cadic y ha sido presentado en la sección Perspectives de la 75.ª Berlinale, no tiene nada que ver —a priori— con la ciencia ficción. Sin embargo, las aventuras que vive Blandine, que acaba de cumplir 30 años y viene de un pequeño pueblo de Normandía, durante su semana de travesía por los Juegos Olímpicos de París 2024, se asemejan a una anomalía, un punto extraño donde dos dimensiones del espacio-tiempo entran en contacto. Y es que una de las grandes originalidades de la ópera prima de esta cineasta francesa de 28 años es que ha sabido aprovechar la atmósfera única de fervor popular derivada del evento deportivo internacional (con sus calles festivas de verano, sus visitantes de todo el mundo y sus pantallas gigantes al aire libre) para insertar en ella una ficción tierna y fuera de lo común, un enfoque que recuerda —aunque con un estilo completamente diferente— al de Justine Triet en La batalla de Solférino [+lee también:
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“¿Entonces no puedo entrar?” Blandine (Blandine Madec) siente como si le cayera un jarro de agua fría cuando, a pesar de tener una —única— entrada válida, se le niega el acceso a las pruebas olímpicas de natación en Nanterre por no haber prestado atención a las medidas de seguridad (las mochilas están prohibidas y, para colmo, se escucha el comentario demoledor de otro trabajador por el walkie-talkie: “la gente no puede ser más idiota”). Ya estamos muy lejos del Arco de Triunfo, donde unas horas antes dejó un mensaje de voz a su hermanastra parisina (India Hair), a quien no ha visto en más de diez años, para avisarle de su llegada a la capital. Así, la película nos sumerge en la impredecible dinámica de esta entrañable antiheroína rellenita durante sus siete días de deambulación urbana, entre lo burlesco y lo melancólico, con un toque de “cuento de hadas” que revela con sutileza un espejo sociocultural mordaz (con menciones a las expulsiones de personas sin hogar provocadas por los Juegos Olímpicos y el coste astronómico de los intentos de descontaminación del Sena): “Deberíais tener en consideración a la gente como yo. En esta ciudad hay muchas personas que no están bien y necesitan ayuda.”
Por medio del juego con los contrastes entre la efervescencia olímpica y la soledad de Blandine —a pesar de encontrarse en medio de la multitud—, entre los eventos deportivos —casi— inaccesibles para la mayoría y su omnipresencia en las redes sociales, entre la vida “normal” de los habitantes de los barrios populares de París y la agitación cosmopolita que se apodera de la ciudad, entre la capital y las provincias, y entre el presente aparentemente suspendido de Blandine y los secretos de su pasado familiar y amoroso que poco a poco van saliendo a la luz, la película (con un guion escrito por la directora junto con Mariette Désert) se desarrolla con “un brillo muy particular, un brillo a la vez transparente y opaco.” Se teje un perfecto equilibrio entre la nada y el todo para una comedia que gira en torno a una protagonista con ecos lejanos y modernos —a lo Jacques Tati—, una mujer que aterriza en la gran ciudad con su inocencia, un poco como un pez fuera del agua, pero que finalmente impone su conmovedor e inquebrantable encanto.
Le rendez-vous de l’été ha sido producida por Cinq de Trèfle y Comme des Cinémas, y las ventas internacionales de la película corren a cargo de Urban Sales.
(Traducción del francés)
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