Crítica: Little Trouble Girls
por Savina Petkova
- BERLINALE 2025: La directora debutante Urška Djukić ofrece una fresca y cautivadora versión del paso a la adultez en clave femenina

Con su primer largometraje, Little Trouble Girls [+lee también:
tráiler
ficha de la película], la cineasta eslovena Urška Djukić sube el listón a los debuts en la Berlinale de este año. En esta película vemos a Lucía (Jara Sofija Ostan), una tímida chica de 16 años, explorar su sexualidad adolescente y las dinámicas dentro de su familia y grupo de amigas, todo ello con y a pesar de la influencia de una nueva amiga. Frente a la más desinhibida Ana-Maria (Mina Švajger), siempre hay algo latente bajo la superficie. Little Trouble Girls es una obra cautivadora con una visión tan curiosa como segura de sí misma; una combinación que impregna de exuberancia y vitalidad los tropos del cine sobre el paso a la adultez a los que hace referencia. La película, que toma su nombre de la canción de Sonic Youth que se escucha en cierto momento de la cinta, se ha estrenado mundialmente en la nueva competición Perspectives del festival.
El viaje de Lucía a la adultez comienza de diferentes formas. La primera vez que la vemos, acaba de unirse a un coro católico compuesto únicamente por chicas y vigilado por un hombre, el único hombre que veremos en la película durante un buen rato, el director (Saša Tabaković). Entonces, se hace amiga de Ana-Maria, cuyas bromas traviesas y actitud de abeja reina parecen atraer de forma irresistible a nuestra introvertida protagonista. Más tarde, ve a un hombre desnudo (Mattia Cason) por primera vez, de manera voyeurista y a cierta distancia. Se transmite cierta sensación de descubrimiento en estas escenas, pero no son ni forzadas ni estrictamente coreografiadas. El director de fotografía Lev Predan Kowarski se centra en la presencia taciturna de Lucia en primeros planos de su rostro y con planos subjetivos que atraen al espectador hacia todo aquello que esta joven encuentre fascinante, incluso si se trata del ombligo de su nueva amiga.
En el guion, coescrito con Maria Bohr (colaboradora de Djukić en Granny’s Sexual Life, ganador del Premio del Cine Europeo de 2022 al Mejor Cortometraje), hay la cantidad justa de trasfondo, conflicto y tensión, enmarcando esta historia como una revelación personal: con todas las adversidades y alegrías que conlleva. Sin embargo, su ajustada duración y el sólido desarrollo de su estructura narrativa también permiten que Little Trouble Girls se tome ciertas libertades. Por ejemplo, las chicas abordan con delicadeza el papel de la religión en su crecimiento, y la película explora el concepto del pecado de una de las maneras más intrigantes: a través de los ojos de una joven en la cúspide de su despertar sexual. En un juego de verdad o reto, Lucía tiene que besar a la chica más guapa del convento donde ensaya el coro; se acerca a una estatua de la Virgen María en la que quizás sea la escena más trascendental que una obra prima nos ha regalado en mucho, mucho tiempo.
Djukić y sus colaboradores crean un rico mosaico de deseo y culpa repleto de texturas, encapsulando perfectamente la sensación de ser una chica de 16 años (especialmente en la región más oriental de Europa): cada momento de intimidad es a la vez pesado y ligero, abrumadoramente urgente y volátil. Hay algo radicalmente sincero en la manera en la que Little Trouble Girls pone el sexo y el pecado en el mismo plano y se niega a resolverlo, ni para nosotros ni para Lucía. El espacio potencia el deseo, y Djukić ya lo emplea bien, tanto narrativa como formalmente, en una cautivadora ópera prima.
Little Trouble Girls ha sido producida por la compañía eslovena SPOK Films, en coproducción con Staragara IT (Italia), 365 Films (Croacia), Non-Aligned Films (Serbia), Nosorogi (Eslovenia) y OINK (Eslovenia). Heretic se encarga de las ventas mundiales.
(Traducción del inglés por Paula Esteban)
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